sábado, 29 de junio de 2013

El desierto sin arena

Esta historia también la escribí para el concurso de mi instituto, pero con un año de diferencia con las demás. 
                                     

El  desierto  sin arena
     Mi nombre es Reza. Mi nombre es el mismo que el del padre del Sha, el  mismo  hombre  que dio  un  golpe  de  estado  en  Irán  sumiéndola  en una dictadura. 
     En 1980, yo tenía apenas doce años, vivía en  uno  de  los  barrios  más  pobres  de  la ciudad de Teherán,  me crie en  la  mayor  de  las  pobrezas,  cuantas  noches  trabajando  sin  descanso,  para  por  la mañana  poder  ir  a la  escuela,  apenas dormía. Ni si quiera yo trabajando, el mayor de ocho hermano, apenas teníamos para llevarnos a la boca. Mi padre, un islámico hasta los huesos, era un hombre muy estricto con la religión, nos educo a todos nosotros como lo educaron a él, mi madre, la recuerdo como una mujer tímida y sometida por completo a su marido.
    ¡Cuántas veces tuve que defender a mi pobre madre, de los ataques de rabia!
    Aun recuerdo la revolución islámica en 1979. Mi madre había conseguido enviarme a una escuela bilingüe -a escondidas de mi severo padre- ese mismo año, separándome de mis compañeras, obligándolas a ellas a llevar velo, pero a la que más eche de menos fue a mi querida Pardisse, aquella muchacha de ojos verdes, algo raro entre los iranís. Me sentía muy solo en la escuela sin ella, aunque a la salida, pasábamos las tardes los dos juntos mirando el cielo, cuando debía dormir.           
    Una noche mientras mis hermanos dormían, yo me preparaba para ir a trabajar a las fábricas, encontré a mi madre llorando en el aseo, una furia me recorrió por dentro, pensaba que había vuelto a ser mi padre, que la había golpeado de nuevo, me acerque a ella.
    -¿Qué ocurre madre?- le pregunte.
    Ella me sonrió, dulcemente.
    -Nada tesoro- me dijo mientras se secaba las lágrimas.
    Días después, me entere que la policía había prendido fuego a un cine, no socorrieron a las víctimas y aporrearon a los que intentaban ayudar, los bomberos llegaron cuarenta minutos después. Había cuatrocientos muertos, entre ellos la hermana pequeña de mi madre. Mi padre no nos dejo ir al entierro, decía que se lo tenía merecido.
    Cada día había manifestaciones, yo fui a unas cuantas junto con mi madre, sin que mi padre se enterara.  El ejército nos disparaba y nosotros le tirábamos piedras, aunque con solo doce años, mi madre me había criado con una mente abierta, al contrario de mi padre, que prefería no hacerme ni caso.
    Hubo muchas manifestaciones, y a la vez muertos pero todos  buscábamos la libertad, después de tantos años de dictadura. Aun recuerdo el fin del Sha como si fuera ayer, era una de las pocas horas que podía ver la tele sin que mi padre estuviera en medio molestándome.
    -He comprendido vuestra revuelta- dijo el Sha- todos juntos intentaremos avanzar hacia la democracia...
    La cara de mi madre, se ilumino como el sol. Cada día caían más de sus estatuas y más imágenes se quemaban. Recuerdo como mi madre quemaba una vieja imagen del Sha en la chimenea, yo le acompañe con vítores, la democracia era cercana. El día de su marcha, el país vivió la fiesta más grande de su historia, incluso mi padre, lo celebro, era la primera vez que mi padre y yo estábamos de acuerdo en algo.
    Las escuelas volvieron abrir, y pude volver a ir a clase con Pardisse, mi vida volvió a recobrar sentido de nuevo. A sus padre no les hacía mucha gracia que se juntara conmigo, incluso le prohibieron salir a la calle por la excusa de que iba muy mal en los estudios. Me sentí como si me hubieran dado una patada en el estomago, porque sabía que era mentira, Pardisse era la mejor estudiante de la clase. ¿Era porque vivía en un lugar pobre y mi padre era un fanático religioso?
    Seguramente tendrían mucho miedo de lo que podía ocurrir a Pardisse si se casaba algún día conmigo, pero yo no era como mi padre.  Lo único que quería es que ella fuera feliz, me daba igual que ella fuera persa. La única que conocía a Pardisse era mi hermano pequeño, de tres años, a ella le encantaban los niños, y yo solo quería hacerla feliz.
    Días después, los prisioneros del régimen fueron liberados, entre ellos mi tío, era el hermano pequeño de mi padre, encarcelado por comunista hacia tres años. Mi padre jamás le mostró ningún cariño, incluso le repudiaba.  Mi madre  había estado enamorada de él hacía varios años, antes de casarse.
    Mi madre le acogió en su casa, cuando mi padre llegó aquella noche, fue una de las peores palizas que recuerdo desde que tengo memoria. Estuvo varios días en cama sin apenas poder moverse, cuando consiguió levantarse, cojeo de un pie  el resto de su vida. Ebi, el hermano de mi padre, tuvo que salir de la casa por petición mía. Aunque estuve en contacto con él.
    La revolución política llegaba, las elecciones llegaron, ganado la república islámica, aunque sabía que era mentira. Mi madre sabía lo que podía ocurrir, después de aquello la gente comenzó a irse del país, yo no sabía quién de mis familiares se habían ido, estábamos completamente aislados, por culpa de mi padre.
    Días después me entere de la muerte de mi tío, mi madre lloró desconsolada durante mucho tiempo, mientras que mi padre la ignoraba. En ese momento me di cuenta de que aun lo amaba, aunque jamás podrían estar juntos. Fuimos a su funeral a escondidas, apenas éramos cinco personas, teníamos miedo. La única persona en la me podía apoyar era en Pardisse, y en la pobre de mi madre, que ya no parecía ser ella, si no un cuerpo sin vida. Los que lo habían asesinado se hacían llamar a sí mismo la justicia divina.  Teníamos miedo por si venían a por nosotros, pero nuestro padre era uno de ellos y nunca nos molestaron, aunque me hervía la sangre de solo pensarlo, no podía hacer nada, él era más grande y más fuerte que yo
    Solo era un crio de trece años, que era demasiado despierto para mi edad. Incluso en algunas ocasiones pensé en asesinarlo, pero sabía que lo necesitábamos para vivir, ya que mi madre no podía apenas caminar, y yo no ganaba suficiente en la playa.
    Lo único por lo que tenía ganas de vivir era por Pardisse, sus ojos verdes eran como una luz en la noche, y con la que podía hablar de de política tranquilamente, ya que con la pobre de mi madre no podía hacerlo, parecía tener  un cuerpo pero sin alma. Muchas veces la oía murmurar cosas sin sentido pero todas ellas tenían que ver con la misma persona.
    -Mi querido Ebi- lo oí decir en una ocasión.
    Acababa  de volver del trabajo, eran las tantas de la mañana, dormía en el sofá porque mi padre no la soportaba. Por su cara le caían lágrimas y ni si quiera estaba despierta. Tenía el cuerpo lleno de moratones, mi padre procuraba en golpearla en lugares donde no se viera fácilmente.
    -Te hecho tanto de menos- dijo- Te quiero, mucho Ebi.
    Aquellas palabras me conmovieron  profundamente, la acune entre mis brazos, yo también llore, hasta que amaneció, aquel día no fui clase, la cuide durante todo el día, hasta que volví a trabajar. Mientras estudiaba en la biblioteca, bombardearon la ciudad de Teherán.
    Me escondí debajo de la mesa como un cobarde hasta que acabó, cuando deje de escucharlos, me di cuenta que mi familia podía haber muerto. Salí corriendo hasta mi casa, el corazón me palpitaba muy fuerte, sentía que me moría, cuando llegue a casa, estaba tal y como la había dejado.
    -Cariño ¿Estás bien?
    Mi madre por fin había parecido recuperar la consciencia, estaba en muy mal estado, estaba en los huesos, y tenía la cara llena de ojeras. La abrace muy fuerte, por fin había despertado, aunque en muy mal momento.
    Tiempo después el gobierno comenzó a hacer sus reformas, las mujeres estaban obligadas a llevar velo, para así evitar violaciones, a los hombres se nos prohibida a llevar corbata, se le consideraba signo occidental. Fui a varias manifestaciones, acompañado de Pardisse y de mi madre. Cuando nos atacaron brutalmente, a mi madre le dieron en la cara con una piedra, tuve que sacar a Pardisse corriendo de allí, no volví a ir una manifestación, temía por mi madre.
    La guerra comenzó, y como tal era penosa, los supermercados empezaron quedarse sin lo más básico, yo perdí mi trabajo tras la destrucción de la fábrica donde trabajaba, aunque me sentía feliz porque ya no tendría que volver a trabajar, eso significaría que nos quedaríamos sin dinero y que pasaría hambre, prefería tener la tripa vacía a que la tuvieran mis hermanos. Menos mal que Pardisse me ayudaba mucho, normalmente comía en su casa, aunque en contra de lo que sus padres opinaban.
    Sabíamos que había que contraatacar, habíamos de ir a por la capital Bagdad, pero para había que tener pilotos, pero estaban en prisión tras el golpe de estado, el tío de Pardisse era piloto de caza.
Recuerdo un día, estaba en casa de Pardisse, estábamos viendo la tele, cuando la programación se interrumpió, ninguno de los estábamos haciendo ningún caso a la tele, cuando sonó en la tele el himno, había sido cambiado por el régimen islámico, estábamos sorprendidos.
-Bienvenidos al noticiario de las ocho. Ciento cuarenta aviones F-14 iraníes han bombardeado Bagdad esta tarde.
Yo y Pardisse saltamos de alegría. Pero la alegría no había durado mucho, unas horas después nos enteramos de que habían aceptado bombardear Bagdad a cambio de la difusión del himno, pero no fue la peor noticia, la mitad de los aviones no habían regresado a sus bases, abrace a Pardisse mientras lloraba en mi hombro, seguramente su tío hubiera muerto en aquel ataque.

Días después me entere de la muerte de su tío, no se celebro nada, ni si quieran pudieron recuperar su cuerpo. Pardisse estaba destrozaba lloraba mucho, incluso falto a clase durante mucho días, yo lo único que podía hacer era abrazarla. Me sentía un inútil.
 Yo tenía quince años, cuando, un día en la escuela, llegaron unos hombres extraños, eran del ejercito, nos dieron una charla, nos hablaron del paraíso, que si teníamos la suerte de morir, en combate, podríamos ir al paraíso, donde habían mujeres, comida en abundancia, casas y diamantes. Yo no me lo creí, no tenía ganas de ir a la guerra por mi país, pero mis compañeros no los eran. Habia dejado la escuela bilingüe hacía un par de años, ahora iba a la escuela de mi barrio, éramos el barrio más pobre de la ciudad. Les prometía algo que jamás habían tenido.
Mucho de mis compañeros no les volví a ver, algunos de ellos murieron en el campo de batalla otros se quedaron con heridas de por vida, sobre todo sicológicas.
Aquel día, mientras volvía a casa, sentí que algo iba mal, era una sensación extraña que sentía en el estomago, lo sentía muy pesado, como si me hubiera tomado piedras. No ocurre nada me dije una y otra vez. Cuando me acerque a mi calle, me di cuenta de que algo iba mal, estaba completamente acordonada, corrí rápidamente.
-Dejadme pasar – les grite a los guardias- vivo allí.
Me dejaron pasar, pero ojala no lo hubieran hecho, el edificio donde vivía estaba completamente en ruinas, mi mundo se desmorono. Corrí aun mas rápido, deje la mochila tirada en la calle. Moví las piedras de lo que me quedaba de mi hogar, las lágrimas salieron de mis ojos como una cascada, ahora sabía cómo se sentía mi madre tras la pérdida de Ebi. Paso el tiempo, no sé cuánto, minutos segundos horas, no lo recuerdo.
La policía me saco allí arrastras, debían de encontrar los cadáveres de mi familia. Salí de allí rápidamente, corrí por la ciudad tan rápido como pude, solo me quedaba una persona, Pardisse. Su casa se encontraba al otro lado de Teherán. Llegue a su  edificio, estaba tal y como lo habia dejado ayer.
Subí por las escaleras rápidamente, el corazón me latía con fuerza. Le toque a la puerta con nerviosismo. Fue ella misma la que me abrió, tenía los ojos llorosos, seguramente se habia enterado de lo que había pasado y pensaba que yo estaba muerto.
-Pardisse yo…
Ella me puso los dedos en mis labios, para hacerme callar. Se acerco a mí y me beso. Fue un beso lento, pero lleno de cariño y de pasión, la abrace con fuerza, era lo único que me quedaba y no quería que le pasara nada. La agarre por la cintura y la acerque a ella. Nuestro beso me dejo extraño, era la primera vez nos besábamos.
-Mis padres me han comprometido- me dijo-me casare en dos meses, no nos podemos volver a ver.
Salí de allí corriendo ni si quiera me despedí de ella, había perdido todo lo quería en un solo día, ahora no había nada que me mantuviera con vida, me sentía más solo que nunca. Anduve por las calles de Teherán solo, retumbándome en la cabeza las palabras de Pardisse.
No me lo pensé dos veces. Ya no tenía ningún motivo para vivir, solo tenía quince años. Ese mismo día, me uní al ejercito, me dieron una llave de plástico como le habían entregada a mis compañeros de escuela, pues para mi tenía significado distintos. Me sentía como un desierto sin arena, me subieron a un autobús junto con los demás apoyos, todos ellos estaban ilusionados, yo me mantenía impasible.
Llegamos al campo de batalla, nos pusieron a cantar como idiotas, los demás entraron en trance, yo los ignore, solo quería morir haciendo algo importante. Nos lanzaron a un campo de batalla como perros, las bombas nos caían por todos lados, pero ya no me importaba. Los ojos se me nublaron, sentí como una bomba caía unos metros alrededor mío, después no recuerdo nada.
Me desperté días después en un hospital de campaña, me sentía extraño, me dolía mucho todo el cuerpo, me incorpore lentamente, tenía un vendaje que me rodeaba el pecho, no recordaba nada de lo que había pasado. Me di cuenta que me faltaba algo, mi pierna izquierda había desaparecido ya no me quedaba nada. Días después descubrí que me habían disparado en el pecho, pasando  unos milímetros del corazón
Después de aquello me quede en aquella tienda de campaña ayudando a los médicos, sobre todo retiraba los cuerpo. Llevaba un palo de escoba como pierna. Vi a pasar amucho jóvenes por aquellas camas, casi todos murieron convirtiéndose en mártires.
Cuando acabo la guerra yo tenía veinte años, pero ya me sentía cansado de vivir, la guerra había dado sentido a mi vida, y había quedado sin nada porque vivir otra vez. Me traslades a la casa de mis abuelo, los padres de mi madre, aunque no los había conocido nunca me trataron muy bien. Una noche mientras dormían, yo veía la tele, por miedo a las pesadillas, cuando tocaron a la puerta. Moví mi silla de ruedas hasta la puerta y allí apareció Pardisse, parecía más mayor que la edad que tenía. Aunque le tenía mucho rencor, nos abrazamos.
-Solo quiero estar contigo…- me susurro al oído- escapemos a otro lugar.
Me conto que sus padre habían muerto, pero igualmente se caso con su prometido, era un islámico fanático como mi padre, le había pegado alguna vez, por no quedarse embarazada, aunque ella lo había evitado. Aquella noche se había escapado de su casa. Ese mismo día escapamos del país entre un rebaño de ovejas.

Nos instalamos en Francia, junto con familia que había emigrado allí durante la guerra. Tantos años han pasado y aun no he vuelto a mi país. Pardisse y yo hemos tenido tres hijos, aun echo de menos a mi dulce madre, y mis siete hermanos, pero al único que no echo de menos es a mi padre. No he derramado ni una sola lagrima por el…

Biografía de uno de los Animales más odiados de la historia

Este relato lo escribí cuando era más joven, ara unos dos años. Lo presente al concurso del instituto, y gane el segundo puesto.

                                                                                            


Biografía de uno de los
Animales más odiados de la historia
       Siguió  el  camino  con  cuidado  de  no  toparse  con  ningún  animal  no  deseado , se  estaba  poniendo  ya  oscuro,  sus  padres  la  esperaban  en  el  claro  del  bosque  para  acampar.  Le  había  dicho  que  no  se  alejaría  mucho,  aunque  fue  lo  primero  que  desobedeció  en  el  mismo  instante  que  entró  en  el  bosque,  que  ya  no  le  parecía  tan  interesante  que  antes,  desde  que  se  había  empezado  oscurecer  y  se  había  puesto  todo  tan  negro  que  ya  no  veía  nada,  se  tropezaba  cada  dos  por  tres  con  cualquier  cosa  o  se  ponía  a  gritar  por  estupideces  como  cuando  oía  a  un  búho  o  algo  moverse  entre  los  arbustos. 
       Volvió  a  tropezar  con  una  raíz  que  se  retorcía  sobre  sí  misma,  se  hizo  daño  en  la  rodilla  que  empezó  a  sangrar  al  instante,  se  mareo  por  culpa  de  la  sangre  que  le  caía  por  la  pierna  lentamente,  haciendo  que  se  asustara  a  un  más,  pensó  que  enseguida  aparecerían  animales  para  comérsela  o  chuparle  la  sangre,  era  una  niña  que  le  tenía  miedo  a  todo  desde  que  había  visto  la  peli  de  miedo  con  su  prima  la  noche  anterior.  Se  acurrucó  sobre  si  misma  apoyada  en  un  árbol  de  gran  tamaño,  apoyó  su  mano  en  la  tierra,  para  poder  notar  lo  fría  que  estaba  la  tierra  de  aquel  tenebroso  bosque,  pero  en  vez  de  eso  notó  un  tacto  liso  y  no   tan  frio,  cogió  aquel  extraño  objeto  para  verlo  con  más  claridad,  era  un  pequeño  objeto  con  forma  ovalada  y  de  color  blanco,  entonces  se  dio  cuenta  de  que  era  un  pequeño  huevo,  seguramente  de  un  diminuto  pájaro,  no  se  lo  pensó  dos   veces  y  se  lo  metió  en  el  bolsillo,  feliz  de  haber  encontrado  por  fin  una  nueva    mascota  desde  la  muerte  de  su  hámster.  Se  levanto  con  cautela  y  siguió  el  camino  con  cuidado  al  no  ver  nada.  Solo  se podía  distinguir  la  luz  de  las  estrellas.
         Por  fin,  al  rato  de  haber  empezado  la  caminata  de  nuevo,  perdió  ya  la  esperanza,  cuando  por  fin  consiguió  distinguir  voces  que  gritaban  su  nombre,  eran  las  de  sus  padres  y  hermana.  Feliz,  siguió  las  voces  y  consiguió  llegar  al  campamento.
        Ya  habían  recogido  las  cosas  y  se  disponían  a  irse  ya,  su  hermana  mayor,  una  adolescente  alocada,  ya  estaba  subida  al  coche  y  la  miraba  enfurecida,  estaría  cabreada  porque  tenían  que  haberla  esperado,  y  como  ella  odiaba  el  bosque  pasar  un  momento  más  allí  se  ponía  de  los  nervios,  sin móvil,  internet  ni  tiendas  de  ropa en cien  kilómetros  a  la  redonda  se  volvía  insoportable.  Subió  al  coche  con  rapidez  mientras  sus  padres  le  regañaban  por  haberse  alejado  más  de  la  cuenta.
-          Te  dijimos  que  no  te  alejaras- le  repetía  su  madre  enfurecida.
               Su  hija  pequeña  les mostro  el  huevo  que  había  encontrado  en  el  bosque  con  alegría,  mientras  volvían  a  casa  de  su  abuela  donde  pasaban  las  vacaciones.
-          ¿Me  lo  puedo  quedar?-  le  insistía  su  hija  con  impaciencia.
      Los  padres  asintieron  con  la  cabeza  y  no  le  dieron  mucha  más  importancia,  la  chiquilla  grito  de  alegría,  pero  su  hermana  la  hizo  callar  al  momento,  porque  parecía  que  había  cogido  cobertura  por  el  móvil  y  tenía  que  llamar  a  su  amiga  para  decirle  que  había  conocido  a  un  chico  muy  guapo  en  el  pueblo.
           La   niña  cuido  del  huevo  con esmero,  pensando  que  de  él  saldría  un  loro  del  que  le  enseñaría  a  insultar  a  su  hermana mayor.  Todos  los  días  lo  limpiaba  y   le  hacia  un  nido  nuevo,  para  que  creciera.
        Por  fin  llego  el  gran  día  del  nacimiento  del  huevo  del  que  tanto  había  cuidado  la  chiquilla.  Hasta  su  propia  hermana  mostro  interés  por  el  nacimiento  del  polluelo,  que  normalmente  a  los  temas  familiares  se  mostraba  bastante  indiferente.  Toda  la  familia  se  reunió  en  torno  a  la  mesa  cuando  la  cascara  del  huevo  empezó  a  romperse,  todos  estaban  ilusionados  pensando  qué  clase  de  animal  seria,  pero   se  espantaron  al  ver  que  del  huevo  no  nacía  un  pequeño  polluelo,  si  no  una  pequeña  serpiente  muy  minúscula  de  color  verde.  Todos  gritaron  de  puro  terror.
-          Yo  no  pienso  vivir  bajo   el  mismo  techo  que  eso-  grito  su  hermana  asustada.
-          Pero  qué  asco-  grito  la  madre  de  la  chiquilla-  saca  eso  de  aquí  que  nos  va  a  morder  y  tendremos  que  ir  al  hospital.
     Hasta  la  misma  niña  gritaba  de  puro  terror,  el  padre,  que  parecía  el  que  menos  miedo  tenía  de  aquel  animalito,  recién nacido,  que  sacaba  su  pequeña  lengua,  lo  lanzo  por  la  ventana  con  cara  de  asco  y  le  replico  a  la  niña  que  no  volviera  a recoger  ningún  animal  por  la  calle  ni  el  bosque.  Menos  mal   que  estaba  en  una  casa  de  una  sola  planta,  porque  si  no  aquel  animal  habría  quedado  aplastado.  La  serpiente  asoma  su  cabeza  por  encima  del  nido  y  salió  para  enfrentarse  al  mundo  que  le  esperaba  lleno  de  sufrimiento.
      La  pequeña  serpiente  paso  los   primeros  días  de  su  vida  cerca  de  aquella  casa,  aunque  si  hubiera  sido  humano  hubiera  huido  de  allí  despavorido,  pero  aquella  serpiente  no  la  guiaba  el  miedo  si  no  el  instinto  de  supervivencia,  que  le  hizo  cazar  algún  ratoncillo  perdido  o  desorientado.
      A  los  pocos  días,  él  instinto  le  hizo  abandonara  aquel  lugar,  se  dirigió  hacia  la  zona  central  del  pueblo,  avanzando  por  el  calor  que  le  daba  el  arcén  de  la  carretera.  Por  el  camino  se  topo  con  los  cuerpos  de  otras  serpientes,  pero  los  rodeo  o  paso  por  encima  con  indiferencia,  es un animal irracional  que  actúa  por  instinto,  no  tiene  sentimientos  tampoco  los  necesita,  les  hace  blandos  y  no  necesitan  ser   así  para  cazar  y  defenderse  de  sus  depredadores.
    Por  fin  consiguió  llegar  hasta  la  parte  central  de  aquel  pueblo,  seguía  el  color  que  le  daba  la  carretera.  Por  mala  suerte  topo  con  un  grupo  de  chicos  y  chicas   que  iban  medio  borrachos.  Cuando  se  toparon  con  la  serpiente,  alguno  de  ellos  gritaron  de  susto,  uno  del  grupo,  el  que  se  creía  el  más  valiente,  cogió  al  animal  de  la  cola,  que  intento  huir  con  desesperación,  pero  el  chico  la  zarandeaba,  enseñándosela  a  los  más  asustadizos  del  grupo,  que  gritaban  de  puro  terror.  Cuando  el  chico  se  hubo  quedado  quieto  después  de  cansarse  de  asustar  a  sus  compañeros,  la serpiente,  con  sus  últimas  fuerzas,  se  revolvió  y  le  mordió  el  dedo,  el  chico  grito  de  dolor  y  soltó  a  la  serpiente,  que  cayó  al  suelo.
-          Mira  como  se  ha  puesto  gritar- dijo  una  de  las  chicas-  parece  una  nena.
   Esas  palabras,  al  chico  le  hicieron  mucho  daño  en  el  orgullo,  que  quiso  vengarse  de  la  serpiente,  por  haberle  mordido,  pero  la  pequeña  serpiente  actuaba  por  su  instinto  de  supervivencia,  pero  al  chico  le  daba  igual,  había  herido  su  orgullo  y  eso  era  lo  más  importante  para  él.  Busco  de  nuevo  a  la  serpiente,  la  hallo  escondida  en  los  matorrales  de  al  lado  de  la  carretera.  La  volvió  agarrar   por  la  cola  con  más  desprecio  y  la  metió  en  una  botella  de  whisky  que  había  robado  a  su  padre  para  que  él  sus  amigos  se  divirtieran.  Después  empezaron  a  zarandearla  como  si  de  una  maraca  se  tratase,  también    le  echaron  una  colilla  y  un  cigarro  encendido  para  que  la  serpiente  pagara  por  haberle  mordido.  Al  rato,  cuando  el  chico  que  la llevaba,  estaba  tan borracho,  que  se  tropezó  y  dejó  caer  la  botella  volviendo  a levantarse  y  dejándola  ya  olvidada.
     A la mañana  siguiente,  la  botella  de  whisky  se  había  quedado  plantada,  dejando  encerada  a  la  pobre  serpiente  que  lucho  desesperada  por  escapar  de  allí,  hasta  que  le  consumieron  las  fuerzas,   y  se  enrollo  sobre  sí  misma.  En  ese  momento  pasaron  un  grupo  de  niños,  vieron  la  botella  y  la  cogieron  para  ver  que  tenía  dentro,  al  ver  la  serpiente,  los  niños  cogieron  la  botella,  la  taparon  y  se  la  llevaron  consigo.
  Al  llegar  al  parque,  un  pequeño  terreno  sin matojos,  con  cuatro  bancos  para  los  ancianos  se  sentaran  para  disfrutar  del día  y  unos  cuantos  arboles  para dar  sombra.  Los  críos  cogieron  un  tapón  que  había  tirado  en  el  suelo,  taparon  la  botella  de  whisky  y  empezaron  a  jugar  con  ella  al  futbol,  mientras  que  la  serpiente  seguía  dentro,  guiada  por  su  instinto  intento  escapar,  aunque  eso  no  le  sirvió  de  nada,  porque  no  había  salida  por  donde  escapar  de  aquel  infierno  al  que  se  veía  sometida.
     Los críos  se  cansaron  enseguida  de  aquella  botella,  que  dentro  de  ella  había  una  serpiente  que  seguramente  estaría  a  punto  de  morir  por  culpa  de  pequeños  chiquillos  que  la  única  forma  de  divertirse  era  haciendo  daño  a  un  pequeño  animalito  que  no  había  hecho  nada  a  nadie,  solo  defenderse  de  lo  que  ella  consideraba  peligroso,  siguiendo  su  instinto.  Al  aburrirse  de  jugar  al   fútbol  con  la  botella,  empezaron  a  pasársela  jugando  a  quien  la  tirara  al  suelo  perdería,  pero  no  se  daban  cuenta  de  quien  más  perdería  por  aquel  juego  de  críos  seria  la  serpiente.
     Dejaron  la  botella  abandonada  en  el  parque  cuando  sus  madres  los  llamaron  a  comer,  sin  remordimiento,  continuaron  el  día  como  si  nada,  vacilando  de  lo  que  habían  hecho  con  la  pobre  serpiente,  sus amigos  sentían  celos  de  ellos  como  si  lo  que  hubiera  sido  algo  que  solo  lo  podían  hacer  unos  pocos,  pero  en  algo  sí  que  tenían  razón,  solo  unos  pocos  tienen  poca  cabeza  para  hacer  eso  con  un  animal  indefenso  que  les  había  hecho  ningún  mal  a  nadie,  solo  intentar  sobrevivir.
    Paso  la  tarde  y  nadie  que  paso  por  el  parque  se  percató  de  que  la  botella  tenía  una  serpiente,  solo  un  frasco  que  algún  borracho  habría  dejado  olvidada  la  noche  anterior,  a  todo  el  mundo  le  parecía  una  guarrada,  pero  nadie  la  recogió  del  suelo  y  se  digno  a  tirarla  a  la  basura  que  es  donde  debería  estar  en  verde  tirada  en  el  suelo.  Una  mujer  que  pasaba  por  allí  después  de  haber  ido  a  la  tienda  a comprar  algo  para  la  cena  de  esa  noche.  Al  ver  la  botella  tirada por  el suelo,  la  cogió  y  fue  a  tirarla  a  la  basura,  cuando  se  percato  de  que  había  un  animalillo  metida  en  él,  la mujer  no  se  asusto,  si  no  que  sintió  compasión  por  aquel  animalillo.
-          Pobrecito -  murmuro  la  mujer  al  ver  que  aquel  animal  aun  seguía  vivo -  te  soltare  y  espero  que  no  te  vuelvas  a  encontrar  con  ningún  humano  desagradecido.
     La  mujer  llevo  a  la  serpiente  a  un  bancal  cercano  al  parque  pero  lo  suficientemente  lejos  para  que  ningún  crio  la  encontrara  y  volviera  a  molestarla.
-          Espero  que  ningún  humano  te  moleste -  le  dijo,  cuando  habría  la  botella.
     La  serpiente  escapo  con  desesperación  siguiendo  su  instinto  de  supervivencia  que  le  decía  que  escapara  de  allí.  La  mujer  siguió  su  camino  tirando  la  botella  a  una  basura  cercana.  La  serpiente  se escondió  y  espero  al  ver  que  no  había  peligro,  para  salir  y  buscar  algún  animalillo,  cazarlo  y  saciar  su  hambre,  volvió  a  la  carretera  arriesgándose  a  que  la  volvieran  a  utilizar  para  divertirse,  vio  como  algo  se  movía  al  otro  lado  de  la  carretera  y  se  dispuso  a  atravesarla  como  si  no  supiese  el  peligro  que  corría  al  hacerlo,  cuando  estuvo  a  punto  de  atravesar  la  carretera  un  coche  paso  y  la  arrollo,  matándola  cuando  no  lo  había  hecho  las  torturas  de  los  chicos.  Al  menos  el  coche  le  había  dado  una  muerte  limpia  sin  torturas,  que  le  habrían  hecho  morir  por  pura  diversión  de  sus  torturadores.
    Cada  uno  de  los  que maltrato  a  la  serpiente,  tuvo  su  gran  final,  antes  o  después.  La  niña  que  había  cuidado  el  huevo,  creció  tranquilamente,  se  caso  con  un  rico  empresario,  de  gran  fama  mundial.  Le  encantaba  ir  a  galas  benéficas  para  la  defensa  de  los  animales.  Aunque  después  poseía  una  de  las  colecciones  más  selectas  de  pieles  del mundo.  Mientras  se  hacía  la  pedicura,  en  un  salón  de  belleza  de  mala  muerte,  se  hizo  un  pequeño  corte.  Esa  misma  noche  se  quedo  en  coma  durante  el  resto  de  su  vida.
    El  grupo  de  chicos  y  chicas,  que  la  habían  metido  en  la  botella  de  whisky.  Crecieron  viviendo  la  vida  al  máximo,  sin  pensar  en  el  futuro,  de  discoteca  en  discoteca,  bailando  sin  descanso.  Hasta  que  un  día,  mientras  que  volvían  a  casa,  se  les  cruzo  un  conejo,  el  conductor  intento  esquivarlo,  pero  iba  tan  ebrio,  que  choco  contra  un  árbol,  varios  de  ellos  murieron  en  el  impacto.
    Los  niños  que  habían  jugado  al  futbol, le  ocurrió  la  desgracia  justo  una  semana  después.  Se  dirigían  a  la  que  llamaban  “La  casa  de  la  loca” Era  una  mujer  que  tenía  muchos  animales  y  recogí a los  que  podía,  normalmente  los  que  abandonaban.  Se  acercaron  a  la  valla  de  la  casa  y  empezaron  a  apedrear  a  los  perros.  Ya  lo  habían  hecho  varías  veces,  y  se  habían  divertido  mucho.  Pero  aquella  vez  fue  diferente,  la  mujer  se  había  dejado  la  puerta  abierta  y  los  perros  salieron  enfurecidos,  atacando  a  los  críos.  Intentaron  huir  pero  los  perros  les  dieron  caza  uno  por  uno.
    
    





Fin

EL SECRETO DE EL RIO DEL CASTILO. (Micro-Relato)

Esta es una de las primeras historias que escribí, así que por favor, paciencia. 
                              

EL SECRETO DE EL
RIO DEL CASTILO
Salí apresuradamente de clase, recogiendo mis cosas sin cuidado, fui al pasillo sin esperar a nadie, llegue a las escaleras las baje de dos en dos los escalones, atravesé la puerta del edificio, con la mirada puesta en el suelo, pase el patio esquiando a la gente, salí del instituto y me dirigí al autobús, subí al vehículo velozmente, fui derechita a la zona del fondo, me senté al lado derecho al lado de  la ventana, me senté y puse la mochila en el suelo, la abrí y saque el móvil, empecé a  jugar al tetris. En ese momento aparecieron alumnos de primero, me levante y les grite:
- Ocupado, la próxima vez sed más rápidos - les dije.
Se dirigieron hacia la parte delantera del autobús, detrás de ellos estaba Ana y Paula.
- Lo has conseguido- me dijo Ana, cargada con la carpeta y la mochila- después de dos semanas, lo hemos vuelto a conseguir, la zona de detrás es solo nuestra.
Se sentaron al otro lado de la ventana contraria a la mía.
- ¿Donde están Maite y Aroa?- les pregunte.
- Tenían un examen muy importante a última hora de matemáticas- me dijo Paula.
- Genial, ya empezamos con los exámenes finales, dentro de poco no podremos salir ni a la puerta de la calle, ni asomarnos- les dije.
Me agache y abrí la mochila. Metí el móvil y extraje el libro de valenciano, lo abrí por la pagina 100 y empecé a repasar las preposiciones, tenía un examen el lunes del tema cinco.
- ¿Que tal examen chicas?-les pregunto Ana.
Alce la cabeza y allí estaban Aroa y Maite, parecían agotadas, seguramente casi pierden el autobús, Aroa era una chica alta, pelo castillo, ojos marrones. Maite era bajita, pelo rubio, ojos grises.
- Difícil pero más o menos, me ha salido bien- dijo Aroa.
-A mi me ha salido perfecto, si tengo suerte, sacare un diez- dijo Maite.
-Marina- levante la vista, ese era mi nombre, me dijo Aroa- salimos esta tarde, a dar una vuelta, mañana no tengo exámenes.
-Vale, pásate por mi casa a las 6, abre acabado los deberes.
Eran las seis menos cinco, me había dado prisa por acabar los deberes, y había estudiado valenciano y el examen final de sociales cuando toco alguien a la puerta, salí de mi habitación y me dirigí a la puerta de entrada, cogí el telefonillo.
-¿Quién es?
- Soy yo Aroa, cógete la bici.
- Vale, voy para allá- le dije
Me dirigí a el pasillo, abrí la primera puerta, allí estaba mi hermano con su novia Diana. Mi hermano tenía la misma edad que yo.
-  Me voy a dar una vuelta, volveré dentro de un rato.
Salí de la habitación y me dirigí a la puerta, abrí y fui directa a la parte de atrás, allí había un pequeño patio donde estaban las bicis, cogí la mía, me monte y me dirigí a la valla, abrí la puerta, y allí estaba Aroa con su bici apoyada con el pie izquierdo, detrás de ella había alguien más, forcé la vista y lo vi, allí estaba Alan, era un chico con el pelo rubio y corto y ojos marrones, con esa sonrisita.
-Me va enseñar un sitio, que descubrió con sus amigos, hace un tiempo.
Subí a la bici y seguí a Alan, no me caía muy bien, pero era un buen amigo de Aroa, se dirigió a la derecha empezamos bajando una cuesta muy empinada, en media cuesta entramos en un camino segundario, continuamos unos seiscientos metros, paramos en medio de la carretera, estaba llena charcos, nos bajamos de la bicis y nos adentramos en una zona donde estaba llena de arboles, dejamos las bicis escondidas detrás de los arboles, nos adentramos, el lugar era un bosque, como los de las pelis, en medio de aquella zona había un riachuelo, el suelo estaba lleno de hoja, no había mucha luz, los arboles lo tapaban completamente.
- ¡Es precioso, ahora entiendo porque me querías traer con tantas ganas ¡- dijo Aroa.
En ese momento Aroa se acerco Alan, casi rozándole, se miraron e hicieron una sonrisa, se pusieron rojos y apartaron la mirada, ¿para qué me había traído? Para hacerle  de testigo, suspire hondo y me di la vuelta, empezaron a cuchichear y a reírse, me dirigí a las bicis cogí la mía, comencé andar hacia la carretera.
- ¿Sabes que me conto mi hermano?-  dijo Alan – al final de este rio se encuentra un castillo   ¿Qué te parece si vamos a ver si es verdad?
- Vale- dijo Aroa.
Aroa me miro y yo asentí, empezamos andar por al lado del rio, hasta que unos arbóleles nos cortaron el camino, se habían derrumbado, debía ser por una tormenta, aun no tenían las hojas secas, buscamos un camino segundario, a unos doscientos metros  había una salida, continuamos lentamente, mientras caminábamos la parejita feliz, ni se miraba, hasta que por fin se agarraron de la mano,  que les va dar algo por hacerlo,  mire hacia otro lado, aquel lugar daba miedo pero a la vez fascinaba, en la zona donde vivo  no había sitios como este por esta zona, por aquí normalmente eran campos de cultivo o bancales abandonados, como se había conseguido conservar aquello tan perfectamente, sin contaminación. Al rato de la caminata, llegamos a unos bancales de oliveras, debíamos llevar andando dos kilómetros, a los lejos,  distinguimos un edificio muy oscuro, rodeado por un gran murro de piedra, también se podía ver una torre acabada en punta, se podía distinguir varias ventanas, mire el reloj eran las siete, continuamos caminando hasta que tuvimos que agacharnos para no ser vistos, cuando llegamos a la muralla, pegue mi espalda para no ser vista, Aroa y Alan también se apoyaron, no sabíamos si allí vivía alguien, hoy crujir ramas el otro lado, por el sonido parecía de una sola persona, mantuve la respiración durante diez segundos, vi como se acercaba la sombra, nos iban a coger, llamarían a nuestros padres, me castigarían de por vida o peor y si los que se acercaban  nos harían algo peor, cerré los ojos, no podía ver mi fin, note que alguien estaba allí, hoy su respiración, cuando abrí los ojos, allí no había ningún viejo con una escopeta, había un chico de unos quince años, moreno con un pequeña melenita, sus ojos eran de color verde con un toque de azul, su piel era blanca.
- ¿Que hacéis vosotros aquí? – Dijo el misterios chico, giro la cabeza, me agoró la mano y salió corriendo-¡Corred ¡
Salió corriendo empujando a mi detrás, Alan y Aroa corrían detrás nuestra, no me di cuenta que nos perseguía hasta que detrás de ellos vi tres grandes perros con cara de pocos amigos, tenían unos dientes muy grandes y además afilados. Nos dirigimos al bosque, entramos en el riachuelo, mojándonos todos los pies, continuamos por el arroyo durante diez minutos, habíamos ganado ventaja, pero no duraría mucho, los sabuesos no se cansaban, y nosotros sí.  Continuamos sin poder para, hasta que resbale con una piedra, casi caigo de espaldas, pero el chico me agarro y me estiro con la mano para poder ponerme recta, seguimos hasta que de repente entramos en una cueva difícil de ver por enredaderas que la tapaban. La cueva era muy oscura, se podía distinguir que no era muy grande, el suelo vallado con el agua del riachuelo,  nos adentramos lentamente, bajamos una pequeña cuesta, el agua me llevaba por las rodillas, al fondo se podía distinguir suelo seco, tenía todas las zapatillas mojadas, desenganche de la mano del chico, me senté lejos del agua y me acurruque, el se acerco a mí y senté muy cerca de mi podía sentir su calor, el me sonrió, escondí mi cabeza entre mis piernas.
-  ¿Cómo te llamas?- me dijo, con voz curiosa.
- Yo me llamo Aroa- dijo mientras se metía en medio de los dos - ¿Y tú? Nunca te había visto por aquí, porque seguro había recordado eso ojos.
 Él le sonrió, se levanto paso de ella, y se puso de cuclillas junto a mí mientras me sonreía.
- Yo…- dije mientras tartamudeaba- Elisa, pero prefiero que me llamen, Lisa.
- Yo me llamo Diego- me dijo- me acabo de mudar hace una semana, vivo por los alrededores y quise investigar un poco la zona, salte una valla y llegue al edificio, empezaron a perseguirme los perros, pero cuadro los despiste me encontré con vosotros.
-Bueno- mire el reloj eran las siete y media- tengo que volver a casa.
 -Te acompaño- me dijo mientras me ayudaba a levantarme- así sabré donde vives.
Nos acompaño por la orilla del riachuelo, estuvimos hablando durante todo el camino, de vez en cuando se oía Aroa con tono cabreado, cuando llegamos a a la entrada, Diego me acompaño, lo lleve en mi bici, que tenía dos hierros para subir gente, seguía cabreada, que no me hubiera llevado allí para ser su testigo de su noviazgo con Alan. No teníamos ganas de llegar a casa, Aroa se dirigió en la otra dirección, pase por mi casa tres veces, no quería que acabara nunca cuando ya eran las ocho.
- Esta se tu casa es muy bonita- me dijo impresionado, me agarro de la mano me acerco a él-  espero verte pronto.
- Y yo a ti, Diego, bueno adiós.
 Rebusque en mis bolsillos saque la llave, abrí la valla lo vi allí plantado, con las manos en los bolsillos, apoyado en la pierna izquierda, le eche una última mirada y la cerré.
 Cuando llegue a casa estaba totalmente manchada de tierra con un poco de verde, las zapatillas, estaban completamente húmedas y totalmente embarradas mi madre cuando me vio, se impresión tanto, que casi le salen los ojos de las orbitas, agacho la cabezo y me señalo con la mano al aseo. Me duche durante dos horas y aunque el olor a campo seguía. Mi madre no me dirigió la palabra en toda la cena, mi hermano se reía por lo bajini cada dos por tres, pero yo no les hacía caso tenía mi mente puesta en otro sitio, en unos verdes azulados.  Termine la cena, y me puse con la tele, después vino mi hermano y se puso hablar con su novia por el móvil, después de quince minutos, empezaron a con el cuelga, no cuelga tu, al final cogí el móvil  y lo colgué yo.
- Pero que haces, estaba  hablando con mi novia- me dijo- la próxima vez no lo agás.
- Estabas a punto de colgar- le dije- solo te he ahorrado tiempo, si hubierais seguido hablando así, os hubierais peleado por quien colgaba y vuestra relación hubiera acabado.
Le dije poniendo un punto y final en la conversación.
- Tú no entiendes las relaciones -dijo en un tono sarcástico- yo al menos tengo novia, señorita soledad.
- Tú que sabrás-  le dije con tono de me voy a poner a gritar- a ti las novias te duran dos semanas, y te suelen dejar por chicos más guapos, pero lo peor es que todas uñen de ti cuando te ven venir con esa cara de no tengo novia.
Hubo un silencio, repentino, mi hermano se quedo con la cara blanca, se levanto del sofá se dirigió al cocina y.
-  Mama, Elisa me ha insultado, diciendo que las chicas uñen de mí, cuando ella no tiene novio desde hace nueve meses.
Maldito niño, a veces parecía la encarnación del propio diablo, mi madre me había castigado con irme a la cama a las nueve y media, y encima un viernes, cogí mi mochila, saque valenciano y me puse a estudiar, no conseguía concentrarme en el libro, deje el libro en el escritorio y me acosté en la cama, de debajo de almohada saque el libro de lectura de este trimestre, no conseguí pasar de la primera pagina, no pillaba ni como se llamaba el nombre del capítulo, bufe y deje el libro bajo la almohada, cogí el bloc de dibujo que estaba en la mesa, y me puse a dibujar, me deje llevar, y pinte aquel misterioso castillo en el que había estado, le di un poco de color, unos tonos marrones para el castillo, las ventanas de un negro oxidado, los alrededores de verdes oscuros, deje el bloc de dibujo, y intente volver a la lectura pero no pude concentrarme, me quede durmiendo enseguida.
Me desperté sobresaltada, estaba completamente sudada, me toque la frente, no parecía tener fiebre, mire el despertador, eran las doce y media, me estire, oía golpes desde mi ventana, debía ser lo que me había despertado, me levante lentamente me dirigí  al cristal y lo abrí, allí estaba Diego.
- ¿Cómo has subido aquí,- le dije impresionada-eres spiderman?, ¿A qué has venido?
- No tonta- dijo mientras reía- primero, donde guardas las bicis, es muy fácil de subir al tejado, y segundo pero no menos importante, he venido aquí porque se me había olvidado una cosa.
Se apoyo en la ventana, me acaricio la mejilla con las yemas de los dedos, se acerco a mí y me beso, nunca había tenido esa sensación, me dio una ola de calor por todo el cuerpo
- Bueno nos vemos- me dijo mientras se separaba de mi.
- Eso espero- le dije- la próxima vez, yo me colare en tu casa.
 El me dedico una risita tonta, se dio la vuelta y se dirigió hacia bajo, donde estaban las bicis, cuando lo perdí de vista, mire hacia el cielo la luna y las estrellas se veían preciosas aquella noche.


FIN

martes, 11 de junio de 2013

Ausencia.

Por ciertos motivos estaré poder sin actualizar un par de semanas o puedes que menos, por problemas con los estudios y problemas técnicos con blogger. Como os habréis dado cuenta e estado bastante ausente, pero pronto empezaran las vacaciones de verano y podre actualizar con mayor regularidad que lo llevo haciendo hasta ahora. 
Las historias que tengo empezadas serán seguidas, todas ellas ya están preparadas, para su final (Y posible continuación) 
Un saludo a todos y gracias por visitar mi blog ^.^ nos vemos. 

jueves, 6 de junio de 2013

La historia que más gusta y nueva encuesta.

Por lo que veo solo conseguí  7 votos ._. pero algo es algo. Bueno aquí esta el ranking por si no se ve del todo bien en la imagen.

Memorias de Idhun- 3 Votos ganadorapor poquito *O*
Esmralda y El viaje de Zoe parecen pelear por el segundo puesto con dos votos cada una.
Xailena: Ni un solo voto XD me da pena pero así es la cosa.

Creare una segunda encuesta pero esta vez para los dibujos XD espero vuestro votos.

Memorias de Idhun IV: Profecias. Epilogo.

La luz de las tres lunas, se reflejaba en las aguas del mar. La noche era clara y las estrellas se podían ver con total claridad, ninguna nube ennegrecía el cielo nocturno. Era una noche preciosa, perfecta. Desde hacía más de diez años había echado de menos aquel lugar. La mujer miro el cielo sin mostrar ninguna emoción aparente en su rostro. Ya no era tan joven, y seguía siendo una mujer humana que entraba en la madurez. Vestía con un largo abrigo marrón oscuro y unas botas negras.
Suspiro y alejo su mirada del horizonte. Continuo su caminata por la playa. No estaba allí por gusto, esperaba una señal. Metió las manos en su abrigo, aunque realmente no tuviese frío, estaba demasiado acostumbrada a a aparentar ser una simple humana. Ella que era la reina de todos los sheks, una de las razas más poderosas que habían abitado Idhun, que lo había dominado durante más de una década, pero ahora en aquellos tiempos apenas eran unos cuantos de ellos, el resto de su raza estaba lejos de allí. 
Hacía años que había perdido la esperanza de volver a ser una shek, que su cuerpo volviera a ser largo y escamoso. Su inteligencia y razonamiento no le dejaba ver una esperanza para ello.
Suspiro cansada y se detuvo de nuevo. Ella le dijo que estaba allí, no entendía porque no lo había encontrado aun. 
<<¿Alguna señal?- dijo mentalmente>>
No era tan estúpida como para ir a Idhun sin que nadie le acompañase. Había traído con ella a un dos sheks para vigilar la zona, por si uno de los nueve dragones aparecía por allí de casualidad. Era una ironía, la triada les había salvado la vida, cuando en el pasado habían tenido que huir de ellos por la hija de Kirtash y nieta de Asrhan. En el futuro aquella muchacha iba a ser una gran maga, ademas de una shek impresionante. Sería interesante verla crecer, pero ella no era su objetivo en aquel momento.
<>
Temió de que llegaran tarde, pero ella les había prometido que estaría allí. 
Continuo caminando durante una hora sin descanso, cada cierto tiempo enviaba mensajes telepáticos a los sheks que la rodeaban, pero ninguno le dio señales de que hubiera visto algo. Estaba a punto de dar la vuelta y volver a la tierra cuando lo vio. Era una bulto apenas visible entre las sombras de la noche. Su cuerpo estaba  acostado en la playa, medio sumergido en el agua. La marea debía de haberlo empujado hacía allí, tal y como le aseguro. 
No fue directa hacía allí, se quedo parada, y observo a la figura que se encontraba inmóvil en la arena.  Lo observo durante unos minutos esperando ver algún signo vital en él. Apenas fue un movimiento visible, su pecho ascendió y descendió levemente.  Ningún gesto se mostró en su rostro, simplemente continuo su camino hacía su objetivo. 
<>
Los dos sheks asintieron mentalmente y esperaron ordenes. Shizuko se acerco con paso lento, y se paro a unos pasos. 
-Te ves echo una mierda-dijo Shizuko.
El chico apenas se inmuto, su pecho continuo ascendiendo y descendiendo con lentitud. Su cuerpo era iluminado por la luz de las tres lunas. Su cabello negro, se pegaba a su rostro sin emoción, sus ropas estaban rotas y no se pondrían volver a utilizar en el estado en que se encontraban. En su torso, sobresalía una daga que se clavaba en su pecho, a su alrededor se formaba una mancha de sangre, posiblemente no lo hubiese matado por unos centímetros. Estaba en un pésimo estado, pero a pesar de ello, lo que más impacto a Shizuko fueron sus ojos grises. No tenían ninguna emoción, parecían estar perdidos. 
No le respondió, simplemente se quedo callado.
-¿No tienes muchas ganas de hablar?-dijo mientras se agachaba a su lado, apoyando una de las rodillas en la arena. 
El muchacho por primera vez se giro hacía ella. Su mirada era vacía, como si nada quedase en aquel cuerpo, como si fuera una simple cascara vacía. 
-¿Por qué lo hizo?-dijo hablando por primera, con voz rota.
Sus dedos temblorosos tocaron la herida, donde también se encontraba su corazón. 
-Porque fuiste débil-dijo Shizuko sin darse muchos rodeos- pero ya no se porque reacciono de esa forma, jamas podre entenderla, en parte es humana y unicornio. 
-Necesito saberlo-dijo Aiden, mientras sus dedos se crispaban alrededor de la herida- ¿Por qué lo hizo?- volvió a murmurar con voz rota. 
Entonces Shizuko le extendió a mano, después de sacarla del bolsillo de su abrigo.
-Ven conmigo- aquellas palabras resonaron como una promesa llena de respuestas- todo lo que desees sera tuyo, solo tienes que unirte a nosotros, tu verdadera raza...
Aiden la miro a los ojos y entonces decidió.