domingo, 26 de mayo de 2013
Pensamientos. Manos Sucias.
Mis manos me sudaban, cuando deje el móvil sobre la mesa y lo bloquee. Mire durante un rato la pantalla en negro son saber exactamente que hacer. Necesitaba una ducha. Jamas había sentido que un libro me hiciese sudar de aquella forma. No sabía si podría leer algo en unas semanas.
jueves, 23 de mayo de 2013
Memorias de Idhun IV: Profecias. Capitulo 19:La triada.
Capitulo 19. La triada.
La torre Kazlunn se alzaba poderosa hacía el cielo, tal y como la describían, era la forma del cuerno de un unicornio, perfecto. Eva jamas había visto uno, pero se imaginaba que debían ser similares. Respiro hondo, lo notaba, en el aire, aunque fuerza a aquella distancia, la magia. Cuando había llegado por primera vez a Idhun, se había maravillado por la presencia de la magia, ni en Limbadh ni en la Tierra había sentido algo así. Después de despertar su esencia, su parte de shek era capaz de notar las presencias magicas, puede que no con tanta precisión como podía hacerlo Ankaa. Pero aquello no era la sensación agradable que había notado en un primer momento. Era excesiva. Demasiada. Trago saliva.
Aiden se removió, el también podía notarlo, era parte shek como ella. Miro a su hermano, en su frente también brillaba una luz como en la de su madre y en la de ella misma, aunque ninguno de los dos con tanto brillo como el de su progenitora. Pero en aquel momento era distinto, su intensidad había aumentado. Se giro hacía su madre. Su cara parecía angustiada y la luz de su frente aumentaba por momentos. Ellos estaban allí.
Afilo la mirada, y entonces lo vio. Era como si el paisaje de los alrededores de la torre hubieran sido cambiados, como si en lugar de unas semanas, hubiesen pasado miles de años. Trago saliva.
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Antes e lo que esperaba, habían llegado a la torre. Tal y como había visto los alrededores de la tierra habían sido cambiados. Grandes cráteres se formaban a su alderredor, un hielo se extendía por la base de la torre y el bosque que la rodeaba, una gran columna de barro se formaba, y ala vez se extendía hasta el interior del poderoso edificio. La torre estaba cayendo ante los titanes y no podían hacer nada.
Ankaa descendió en picado, un chillido de jubilo se escucho por parte de su hermano, pero finalizo al precipitarse contra el suelo. Eva no pudo evitar un chillido ahogado. Un fuego dorado se extendió por el hielo que se extendía por la base de la torre. De entre las llamas salio Erik, su mirada era pura euforia, y en su frente la intensidad de la luz se volvió aun más brillante.
Descendieron al lado de Erik. Era hora de forjar su propia leyenda.
El hielo retrocedió, y se acumulo en un mismo punto, a su alrededor se extendió, como si de unas raíces se tratasen. El hielo se alzo como si de una columna se tratase, hasta formar la figura de una mujer. Era de escarcha, sus rasgos eran afilados y su cabello caía hasta e suelo, sus ojos eran blancos sin pupila. Cualquiera que no supiese lo que era, pensaría que era una reina del hielo.
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La muchacha se adelanto y acerco su mano hacía su arma, Lunhai. Noto como la espada vibraba con su tacto. Trago saliva. Estaba asustada, las piernas le temblaban, y parecía que fuera a desfallecer en cualquier momento. Pero había algo que temía más que su propia muerte, la de las personas que quería. Desenfundo a Lunhai, el brillo de la joya que adornaba el filo se encendió de un color azulado.
El barro que rodeaba la torre también se arremolino en un punto, pero con brusquedad. El punto elegido se formo una fuente de barro que chorreaba hacía todos lados. Hasta formar una forma similar a a humana, pero no era como Hai, era como si fuera formado por barro, chorreaba por todos lados y no se podría decir que fuera humano. Era un golem.
-Este es para mi ¿No?
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Erik desenfundo su espada, un brillo anaranjado se extendió por el arma.
-¿Dónde esta el otro titan?- pregunto Aiden.
-Aun no a echo su aparición-dijo Ankaa materializándose a su lado.
La piel de la muchacha estaba agrietada, en su interior era como si estuviera la piel ardiendo, como el interior de un volcán. Sus ojos estaban ardiendo como dos antorchas llameantes, y desde que la conocía, podía ver su pupila, no era completamente blanca como hasta ahora. Su cabello ardía en un tono dorado, como si se tratase de un sol resplandeciente. Incluso ha cierta distancia y sin tocarla, podía notar su calor corporal, era mucho mas superior al de cualquier criatura que hubiese conocido hasta.
-¿A qué te refieres?- pregunto el muchacho.
-No tendrás que esperar más, aquí llega- murmuro- Lunnaris es hora de que pongas la barrera.
Victoria se adelanto hacía su lado, hasta aquel momento se había mantenido al margen. Saco de su funda el báculo, Aiden lo había visto en acción antes, pero jamas lo había visto brillar como si de una super nova se tratase. La luz de la frente de Victoria brillaba incluso mas que la de sus dos hijos juntos. Alzo el báculo hacía el cielo. De este se extendió una barrera que protegió tanto a ellos, como a la torre, como a sus hijos. Del cielo apareció una luz roja, que cada vez se fue haciendo más grande, hasta que pudo distinguir la forma de una roca gigante en llamas. Era un meteorito.
-¿Qué es?-murmuro Aiden.
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El meteorito se estrello contra la tierra. Todo se ilumino y una gran honda expansiva se extendió por la zona , pero no afecto tanto como debía de haber sido, ya que Victoria la protegió. Un gran cráter se formo. Aiden trago saliva, pero no titubeo ni si quiera un segundo. En el centro del destrozo del meteorito, se formo un hombre de roca.
-Es mi hora-dijo Aiden con seguridad.
Desenfundo su katana, que brillo con un tono lila mientras se acercaba a su rival.
Eva interpuso su espada, en el brazo de hielo de Hai, lo había convertido en una afilada arma, que ya le había producido un corte en el muslo. No le era posible romperla por lo gruesa que era, apenas le había producido varios cortes pero solo eran superficiales. No tenía tanta fuerza como para conseguirlo. Dio medio giro y clavo la espada en el costado del titan, la mano de la deidad, intento cortarla, tuvo que sacarla espada de la herida y la interpuso para no ser dañada. Busco entre sus recuerdos pasado, en sus antepasados magos. Posiblemente aquel hechizo fue aprendido por su abuelo, pero no lo sabía con exactitud y tampoco le importaba. Pronuncio las palabras en idhuaniaco arcano. Quito una de las manos de la empuñadura de la espada arriesgándose a que el titan venciera su fuerza. Entre sus dedos se formo una bola de fuego, la lanzo contra su atacante. Choco contra su estomago, que se deshizo formándose un agujero. Hai retiro su afilado brazo. Aquello le dio tiempo suficiente a retroceder unos metros para recuperar el aliento.
Miro de reojo a su hermano, que se encontraba en las mismas circunstancias que ella. No era capaz de superar las constantes barreras de barro que se alzaban alrededor de Delt. Por otro lado Aiden no luchaba directamente. Su katana se mantenía bajada y ni si quiera estaba alzada. Era una batalla de esencias. A su alrededor, se formaba un aura grisácea, al igual que en la del titan, pero la de este era mucho más grande. No tenía oportunidad de ganar.
Se mordió el labio inferior. ¿Para aquello habían sufrido tanto? ¿Para esto casi mueren varias veces? Necesitaban ayuda. Hai se recompuso, en su estomago dañado, su fueron formando hilos finísimos de hielo, hasta que se formo de nuevo. Su brazo continuaba siendo una espada de hielo puro.
-Por favor-murmuro Eva- ayuda.
Fue como si sus suplicas se volvieran realidad. Aparecieron seis esencias más. No tan poderosas como las tres de los titanes pero lo suficiente como para que juntas les plantase cara.
La tierra comenzó a temblar, una luz brillante surgió del cielo, las plantas y arboles comenzaron a crecer de una abrumadora, un viento atronador despertó de golpe, una gran bola de fuego incandescente nació del cielo junto con la luz, el mar parecía volverse loco. Los seis estaban allí. Neliam, Yohavir, Karevan, Wina, Aldun e Irial.
-Es la hora- murmuro Eva.
La espada de los tres muchachos comenzaron a brillar, y los dioses parecían reaccionar con ellas. Neliam y Yohavir traspasaron sus esencias a la espada de Eva, la muchacha sintió como el poder de los mismos dioses la recorría por dentro. A través del poder del unicornio era capaz de canalizarlo con mayor facilidad. Lo mismo ocurrió con Erik, a él le apoyaron los dioses Karevan y Wina. Fue capaz de detener el barro del titan con ayuda de los seis, el poder creador de Wina hacía crecer los arboles en el barro, haciéndole imposible crear arboles y con el poder de Karevan hacer temblar el suelo y no dejar estabilizarlo. Pero las dos esencias más poderosas fueron hacía Aiden. Irial y Aldun se arremolinaron alrededor del muchacho. La esencia que le rodeaba creció hasta igualar a la del titan. Empezaba la verdadera batalla.
La lucha se volvió más sangrienta. Eva era capaz de destrozar el hielo de Hai con la tormenta de Yohavir, al igual que Erik, que fue capaz de destrozar el barro con los temblores de tierra. Aiden fue capaz de destrozar los meteoritos que caían sobre una y otra vez, gracias al fuego abrasador de Aldun y a la Luz de Irial. La única forma de vencerlos era clavar la espada en su pecho, así conseguirían sellarlos en ellas tal y como le había explicado Kirtash.
Un gran meteorito, mayor a los anteriores se precipito contra el. Interpuso su katana en medio e invoco a los dioses, pero estos no acudieron a su llamada aquella vez. Estaba demasiado débil como para hacerlo. Habá estado tan concentrado en la batalla que apenas se había percatado de ello. La adrenalina le había mantenido en pie, peor ya era demasiado tarde. Ni si quiera tenía fuerza para moverse. ¿Así acaba todo?
Cerro los ojos a tiempo de escuchar el grito de Eva por su nombre.
Pero la honda expansiva no lo mato, ni le causo ningún daño. Abrió los ojos. Erik se había interpuesto en su ataque. Él había recibido todo el daño. Sus ropas estaban destrozas. Su piel estaba muy magullada. Su pecho chorreaba sangre, por distintos puntos.
-¡ERIK!-grito Eva desesperada, antes de que Aiden cayera inconsciente.
-No lo han conseguido- murmuro Victoria, mientras observaba a los dos muchachos.
-Es nuestra hora-dijo Jack.
La mujer abrazo con fuerza al que había sido el padre de su único hijo. Se sintió triste porque jamas sabría si su hijo saldría de aquella, pero era la única forma de que tuviera una oportunidad para vivir. Se separo de él y fue a abrazar a Christian, que la recibo entre los suyos. Se separo con mayor determinación.
Los tres tomaron sus formas sobrenaturales. Victoria se transformo en Lunnaris el ultimo unicornio, Jack en Yandrak, el dragón dorado, Christian tomo su forma de shek, la ultima creación del séptimo sobre Idhun.
El hechizo que iban a realizar era uno prohibido, pero la única forma de darles una segunda oportunidad a sus hijos. Ankaa se dirigió hacía ellos y alzo el brazo, a su alrededor se formo una runa. Era salvaje y fea pero poderosa. En el centro de la triada se formo un punto negro, que comenzó a absorber. Para los titanes fue demasiado tarde. Sus cuerpos se deshicieron, siendo absorbidos por el punto negro, hasta que desaparecieron por completo. El shek, el dragón y el unicornio se tornaron roca, hasta volverse estatuas de mármol blanco. Aquella era la maldición de la runa, tres esencias a cambio de otras tres para mantenerlas encerradas, lo suficientemente poderosas como para hacerlo. Aquella fue la utlima vez que la triada fue vista con vida.
Aiden abrió los ojos con lentitud, se sentía mareado y cansado. Su vista estaba borrosa. Apenas conseguía reconocer colores mezclados entre sí. Tras varios parpadeos la recupero. Estaba en una de las habitaciones de la torre de Kazlunn, la reconocía por los recuerdos que le había mostrado ella. Tras recordarla, la busco, no tuvo que hacerlo mucho. Se encontraba sentada en una silla, había una muchacha de cabellos rubios hablando con ella, la reconoció enseguida, era Uk-Sun, la maga que había sido la maestra de Eva durante su estancia en la torre. En la puerta se encontraba Ankaa, había recuperado su normalidad, su piel volvía a ser blanca como la nieve, al igual que su cabello y sus ojos.
Las tres hablaban entre en voz baja y no podía oírlas. Intento hablar, pero de su garganta solo surgió un gruñido. Las tres mujeres se giraron hacía él. Ankaa y Uk-Sun salieron del cuarto en cuanto lo vieron despierto, Aiden no entendía nada.
-Erik se encuentra estable por ahora- dijo Eva con frialdad- pero no saben si saldrá de esta.
El tono de voz le dolió. Pero no podía reprochárselo.
-¿Y tus padres?- dijo con voz grave, se extraño que Victoria no lo hubiese curado.
-Se han sacrificado por nosotros- dijo- han sellado a los titanes a cambio de su vida.
Aquello le sentó como un puñetazo en el estomago. Todo aquello había sucedido por su debilidad. Su cuerpo siempre había sido enfermizo y débil, pero pensó que después del despertar sus esencias, jamas tendría que volver a preocuparse de ello. Pero estaba equivocado.
-Ven conmigo un momento- murmuro Eva y le agarro del brazo, enseguida noto como la habitación desaparecía a su alrededor.
El frió de la noche le golpeo los brazos desnudos. Se encontraban a las afueras de la torre, en el precipicio. Las aguas del mar golpeaban con fuerza la roca dura. A su alrededor, aun se podía ver los estragos de la batalla con los titanes en el paisaje destrozado. Desde allí pudo ver a lo que unas horas antes habían sido la triada, ahora era simples estatuas de mármol blanco.
Eva se encontraba al borde del precipicio. Observando las aguas. Con lentitud, el muchacho se acerco a su lado. Entre sus dedos descansaba una daga. Era antigua y los efectos de la oxidación se podían notar en su filo.
-Mi madre me dijo que esta fue la arma con la que casi mato a mi padre una vez-dijo la muchacha- en su primer encuentro el le pidió que le matara, pero ella no lo hizo. Cuando mato a Jack, ella estaba dispuesta a matarlo por venganza o algo así. Según ella fue como si le arrancasen medio corazón. Aunque por mucho daño que le hiciese ella siempre le perdonaba, pero yo no seré así.
Se volvió hacía Aiden y le clavo la daga en el pecho. El muchacho abrió los ojos sorprendidos, pero Eva seguía mostrando frialdad en su mirada. La muchacha le dio un empujón, se precipito al mar.
Aiden no sentía ningún dolor físico mientras caía. Solo sintió un dolor que no era físico. Había sido traicionado por la persona que mas amaba. Perdió la consciencia en cuanto su cuerpo se adentro en las frías aguas del mar.
El siguiente Capitulo sera un Epilogo corto, si me envías preguntas las responderé para hacerlo más extenso.
La torre Kazlunn se alzaba poderosa hacía el cielo, tal y como la describían, era la forma del cuerno de un unicornio, perfecto. Eva jamas había visto uno, pero se imaginaba que debían ser similares. Respiro hondo, lo notaba, en el aire, aunque fuerza a aquella distancia, la magia. Cuando había llegado por primera vez a Idhun, se había maravillado por la presencia de la magia, ni en Limbadh ni en la Tierra había sentido algo así. Después de despertar su esencia, su parte de shek era capaz de notar las presencias magicas, puede que no con tanta precisión como podía hacerlo Ankaa. Pero aquello no era la sensación agradable que había notado en un primer momento. Era excesiva. Demasiada. Trago saliva.
Aiden se removió, el también podía notarlo, era parte shek como ella. Miro a su hermano, en su frente también brillaba una luz como en la de su madre y en la de ella misma, aunque ninguno de los dos con tanto brillo como el de su progenitora. Pero en aquel momento era distinto, su intensidad había aumentado. Se giro hacía su madre. Su cara parecía angustiada y la luz de su frente aumentaba por momentos. Ellos estaban allí.
Afilo la mirada, y entonces lo vio. Era como si el paisaje de los alrededores de la torre hubieran sido cambiados, como si en lugar de unas semanas, hubiesen pasado miles de años. Trago saliva.
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Antes e lo que esperaba, habían llegado a la torre. Tal y como había visto los alrededores de la tierra habían sido cambiados. Grandes cráteres se formaban a su alderredor, un hielo se extendía por la base de la torre y el bosque que la rodeaba, una gran columna de barro se formaba, y ala vez se extendía hasta el interior del poderoso edificio. La torre estaba cayendo ante los titanes y no podían hacer nada.
Ankaa descendió en picado, un chillido de jubilo se escucho por parte de su hermano, pero finalizo al precipitarse contra el suelo. Eva no pudo evitar un chillido ahogado. Un fuego dorado se extendió por el hielo que se extendía por la base de la torre. De entre las llamas salio Erik, su mirada era pura euforia, y en su frente la intensidad de la luz se volvió aun más brillante.
Descendieron al lado de Erik. Era hora de forjar su propia leyenda.
El hielo retrocedió, y se acumulo en un mismo punto, a su alrededor se extendió, como si de unas raíces se tratasen. El hielo se alzo como si de una columna se tratase, hasta formar la figura de una mujer. Era de escarcha, sus rasgos eran afilados y su cabello caía hasta e suelo, sus ojos eran blancos sin pupila. Cualquiera que no supiese lo que era, pensaría que era una reina del hielo.
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La muchacha se adelanto y acerco su mano hacía su arma, Lunhai. Noto como la espada vibraba con su tacto. Trago saliva. Estaba asustada, las piernas le temblaban, y parecía que fuera a desfallecer en cualquier momento. Pero había algo que temía más que su propia muerte, la de las personas que quería. Desenfundo a Lunhai, el brillo de la joya que adornaba el filo se encendió de un color azulado.
El barro que rodeaba la torre también se arremolino en un punto, pero con brusquedad. El punto elegido se formo una fuente de barro que chorreaba hacía todos lados. Hasta formar una forma similar a a humana, pero no era como Hai, era como si fuera formado por barro, chorreaba por todos lados y no se podría decir que fuera humano. Era un golem.
-Este es para mi ¿No?
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Erik desenfundo su espada, un brillo anaranjado se extendió por el arma.
-¿Dónde esta el otro titan?- pregunto Aiden.
-Aun no a echo su aparición-dijo Ankaa materializándose a su lado.
La piel de la muchacha estaba agrietada, en su interior era como si estuviera la piel ardiendo, como el interior de un volcán. Sus ojos estaban ardiendo como dos antorchas llameantes, y desde que la conocía, podía ver su pupila, no era completamente blanca como hasta ahora. Su cabello ardía en un tono dorado, como si se tratase de un sol resplandeciente. Incluso ha cierta distancia y sin tocarla, podía notar su calor corporal, era mucho mas superior al de cualquier criatura que hubiese conocido hasta.
-¿A qué te refieres?- pregunto el muchacho.
-No tendrás que esperar más, aquí llega- murmuro- Lunnaris es hora de que pongas la barrera.
Victoria se adelanto hacía su lado, hasta aquel momento se había mantenido al margen. Saco de su funda el báculo, Aiden lo había visto en acción antes, pero jamas lo había visto brillar como si de una super nova se tratase. La luz de la frente de Victoria brillaba incluso mas que la de sus dos hijos juntos. Alzo el báculo hacía el cielo. De este se extendió una barrera que protegió tanto a ellos, como a la torre, como a sus hijos. Del cielo apareció una luz roja, que cada vez se fue haciendo más grande, hasta que pudo distinguir la forma de una roca gigante en llamas. Era un meteorito.
-¿Qué es?-murmuro Aiden.
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El meteorito se estrello contra la tierra. Todo se ilumino y una gran honda expansiva se extendió por la zona , pero no afecto tanto como debía de haber sido, ya que Victoria la protegió. Un gran cráter se formo. Aiden trago saliva, pero no titubeo ni si quiera un segundo. En el centro del destrozo del meteorito, se formo un hombre de roca.
-Es mi hora-dijo Aiden con seguridad.
Desenfundo su katana, que brillo con un tono lila mientras se acercaba a su rival.
Eva interpuso su espada, en el brazo de hielo de Hai, lo había convertido en una afilada arma, que ya le había producido un corte en el muslo. No le era posible romperla por lo gruesa que era, apenas le había producido varios cortes pero solo eran superficiales. No tenía tanta fuerza como para conseguirlo. Dio medio giro y clavo la espada en el costado del titan, la mano de la deidad, intento cortarla, tuvo que sacarla espada de la herida y la interpuso para no ser dañada. Busco entre sus recuerdos pasado, en sus antepasados magos. Posiblemente aquel hechizo fue aprendido por su abuelo, pero no lo sabía con exactitud y tampoco le importaba. Pronuncio las palabras en idhuaniaco arcano. Quito una de las manos de la empuñadura de la espada arriesgándose a que el titan venciera su fuerza. Entre sus dedos se formo una bola de fuego, la lanzo contra su atacante. Choco contra su estomago, que se deshizo formándose un agujero. Hai retiro su afilado brazo. Aquello le dio tiempo suficiente a retroceder unos metros para recuperar el aliento.
Miro de reojo a su hermano, que se encontraba en las mismas circunstancias que ella. No era capaz de superar las constantes barreras de barro que se alzaban alrededor de Delt. Por otro lado Aiden no luchaba directamente. Su katana se mantenía bajada y ni si quiera estaba alzada. Era una batalla de esencias. A su alrededor, se formaba un aura grisácea, al igual que en la del titan, pero la de este era mucho más grande. No tenía oportunidad de ganar.
Se mordió el labio inferior. ¿Para aquello habían sufrido tanto? ¿Para esto casi mueren varias veces? Necesitaban ayuda. Hai se recompuso, en su estomago dañado, su fueron formando hilos finísimos de hielo, hasta que se formo de nuevo. Su brazo continuaba siendo una espada de hielo puro.
-Por favor-murmuro Eva- ayuda.
Fue como si sus suplicas se volvieran realidad. Aparecieron seis esencias más. No tan poderosas como las tres de los titanes pero lo suficiente como para que juntas les plantase cara.
La tierra comenzó a temblar, una luz brillante surgió del cielo, las plantas y arboles comenzaron a crecer de una abrumadora, un viento atronador despertó de golpe, una gran bola de fuego incandescente nació del cielo junto con la luz, el mar parecía volverse loco. Los seis estaban allí. Neliam, Yohavir, Karevan, Wina, Aldun e Irial.
-Es la hora- murmuro Eva.
La espada de los tres muchachos comenzaron a brillar, y los dioses parecían reaccionar con ellas. Neliam y Yohavir traspasaron sus esencias a la espada de Eva, la muchacha sintió como el poder de los mismos dioses la recorría por dentro. A través del poder del unicornio era capaz de canalizarlo con mayor facilidad. Lo mismo ocurrió con Erik, a él le apoyaron los dioses Karevan y Wina. Fue capaz de detener el barro del titan con ayuda de los seis, el poder creador de Wina hacía crecer los arboles en el barro, haciéndole imposible crear arboles y con el poder de Karevan hacer temblar el suelo y no dejar estabilizarlo. Pero las dos esencias más poderosas fueron hacía Aiden. Irial y Aldun se arremolinaron alrededor del muchacho. La esencia que le rodeaba creció hasta igualar a la del titan. Empezaba la verdadera batalla.
La lucha se volvió más sangrienta. Eva era capaz de destrozar el hielo de Hai con la tormenta de Yohavir, al igual que Erik, que fue capaz de destrozar el barro con los temblores de tierra. Aiden fue capaz de destrozar los meteoritos que caían sobre una y otra vez, gracias al fuego abrasador de Aldun y a la Luz de Irial. La única forma de vencerlos era clavar la espada en su pecho, así conseguirían sellarlos en ellas tal y como le había explicado Kirtash.
Un gran meteorito, mayor a los anteriores se precipito contra el. Interpuso su katana en medio e invoco a los dioses, pero estos no acudieron a su llamada aquella vez. Estaba demasiado débil como para hacerlo. Habá estado tan concentrado en la batalla que apenas se había percatado de ello. La adrenalina le había mantenido en pie, peor ya era demasiado tarde. Ni si quiera tenía fuerza para moverse. ¿Así acaba todo?
Cerro los ojos a tiempo de escuchar el grito de Eva por su nombre.
Pero la honda expansiva no lo mato, ni le causo ningún daño. Abrió los ojos. Erik se había interpuesto en su ataque. Él había recibido todo el daño. Sus ropas estaban destrozas. Su piel estaba muy magullada. Su pecho chorreaba sangre, por distintos puntos.
-¡ERIK!-grito Eva desesperada, antes de que Aiden cayera inconsciente.
-No lo han conseguido- murmuro Victoria, mientras observaba a los dos muchachos.
-Es nuestra hora-dijo Jack.
La mujer abrazo con fuerza al que había sido el padre de su único hijo. Se sintió triste porque jamas sabría si su hijo saldría de aquella, pero era la única forma de que tuviera una oportunidad para vivir. Se separo de él y fue a abrazar a Christian, que la recibo entre los suyos. Se separo con mayor determinación.
Los tres tomaron sus formas sobrenaturales. Victoria se transformo en Lunnaris el ultimo unicornio, Jack en Yandrak, el dragón dorado, Christian tomo su forma de shek, la ultima creación del séptimo sobre Idhun.
El hechizo que iban a realizar era uno prohibido, pero la única forma de darles una segunda oportunidad a sus hijos. Ankaa se dirigió hacía ellos y alzo el brazo, a su alrededor se formo una runa. Era salvaje y fea pero poderosa. En el centro de la triada se formo un punto negro, que comenzó a absorber. Para los titanes fue demasiado tarde. Sus cuerpos se deshicieron, siendo absorbidos por el punto negro, hasta que desaparecieron por completo. El shek, el dragón y el unicornio se tornaron roca, hasta volverse estatuas de mármol blanco. Aquella era la maldición de la runa, tres esencias a cambio de otras tres para mantenerlas encerradas, lo suficientemente poderosas como para hacerlo. Aquella fue la utlima vez que la triada fue vista con vida.
Aiden abrió los ojos con lentitud, se sentía mareado y cansado. Su vista estaba borrosa. Apenas conseguía reconocer colores mezclados entre sí. Tras varios parpadeos la recupero. Estaba en una de las habitaciones de la torre de Kazlunn, la reconocía por los recuerdos que le había mostrado ella. Tras recordarla, la busco, no tuvo que hacerlo mucho. Se encontraba sentada en una silla, había una muchacha de cabellos rubios hablando con ella, la reconoció enseguida, era Uk-Sun, la maga que había sido la maestra de Eva durante su estancia en la torre. En la puerta se encontraba Ankaa, había recuperado su normalidad, su piel volvía a ser blanca como la nieve, al igual que su cabello y sus ojos.
Las tres hablaban entre en voz baja y no podía oírlas. Intento hablar, pero de su garganta solo surgió un gruñido. Las tres mujeres se giraron hacía él. Ankaa y Uk-Sun salieron del cuarto en cuanto lo vieron despierto, Aiden no entendía nada.
-Erik se encuentra estable por ahora- dijo Eva con frialdad- pero no saben si saldrá de esta.
El tono de voz le dolió. Pero no podía reprochárselo.
-¿Y tus padres?- dijo con voz grave, se extraño que Victoria no lo hubiese curado.
-Se han sacrificado por nosotros- dijo- han sellado a los titanes a cambio de su vida.
Aquello le sentó como un puñetazo en el estomago. Todo aquello había sucedido por su debilidad. Su cuerpo siempre había sido enfermizo y débil, pero pensó que después del despertar sus esencias, jamas tendría que volver a preocuparse de ello. Pero estaba equivocado.
-Ven conmigo un momento- murmuro Eva y le agarro del brazo, enseguida noto como la habitación desaparecía a su alrededor.
El frió de la noche le golpeo los brazos desnudos. Se encontraban a las afueras de la torre, en el precipicio. Las aguas del mar golpeaban con fuerza la roca dura. A su alrededor, aun se podía ver los estragos de la batalla con los titanes en el paisaje destrozado. Desde allí pudo ver a lo que unas horas antes habían sido la triada, ahora era simples estatuas de mármol blanco.
Eva se encontraba al borde del precipicio. Observando las aguas. Con lentitud, el muchacho se acerco a su lado. Entre sus dedos descansaba una daga. Era antigua y los efectos de la oxidación se podían notar en su filo.
-Mi madre me dijo que esta fue la arma con la que casi mato a mi padre una vez-dijo la muchacha- en su primer encuentro el le pidió que le matara, pero ella no lo hizo. Cuando mato a Jack, ella estaba dispuesta a matarlo por venganza o algo así. Según ella fue como si le arrancasen medio corazón. Aunque por mucho daño que le hiciese ella siempre le perdonaba, pero yo no seré así.
Se volvió hacía Aiden y le clavo la daga en el pecho. El muchacho abrió los ojos sorprendidos, pero Eva seguía mostrando frialdad en su mirada. La muchacha le dio un empujón, se precipito al mar.
Aiden no sentía ningún dolor físico mientras caía. Solo sintió un dolor que no era físico. Había sido traicionado por la persona que mas amaba. Perdió la consciencia en cuanto su cuerpo se adentro en las frías aguas del mar.
El siguiente Capitulo sera un Epilogo corto, si me envías preguntas las responderé para hacerlo más extenso.
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