martes, 31 de diciembre de 2013

Chica llorando (?)


domingo, 29 de diciembre de 2013

Pensamiento. "Cristal"

Cabellera azul como el cielo, ondulado y brillante como el mismo. Una mirada como los zafiros, deslumbrante. Miedo, miedo, le recorría por dentro con solo mirar su armadura negra como la noche. Asmodeo. 

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad.

Feliz naviadad a todos :D me hubiera gustado dibujar algo pero no me salia nada XD, asi que os dejo con una imagen de Hiro Mashima

domingo, 22 de diciembre de 2013

Memorias de Idhun VI: Profecías.Capitulo 1: Triada.

Segunda Parte. 

Shizuko Ishikawa se encontraba acostada, sobre su sofá. La lluvia golpeaba con fuerza los cristales del exterior. La tormenta llevaba en la ciudad desde hacía días. No le molestaba, incluso le gustaba, aquello hacía enfriar el ambiente, y no necesitaba darse baños de hielo. La lluvia le daba cierta tranquilidad, pero en aquel momento, estaba demasiado nerviosa para pensar en ello. Se levanto del sofá y volvió a asomarse a la ventana. Toda la calle parecía inundarse con la lluvia, y apenas se veía nada gracias a la noche. Hacía unas horas, la luz se había cortado por culpa de la tormenta, o eso pensarían la mayoría de los humanos. Sabía quien había sido. Nunca le había gustado llamar la atención, era uno de sus hábitos. Un fogonazo de luz provocado por la tormenta le dejo ver una sombra que se deslizaba hasta por uno de los callejones, acercándose a su casa. Ya estaba cerca.
Cierta emoción la embriago por dentro, pero no debía ilusionarse, no. Un shek sabía esperar, con paciencia. Cerro las cortinas y se volvió a sentar. No sabía se debía dejarla entrar en su morada, porque era algo más, era su corazón, algo que solo compartiría con su pareja, pero aquella era una excepción y esperaba que fuera la ultima. Le ponía nerviosa que alguien pudiera entrar, que no fuera ella, pero en aquel momento no importaba sus necesidades.
Dos toques en la puerta, apenas inaudibles por culpa de la lluvia se escucharon desde la puerta de entrada. Atravesó la distancia con cierto nerviosismo, se estaba volviendo demasiado humana para sus gustos, suspiro. Se asomo a la mirilla y todo estaba oscuro, no esperaba menos de ella, al menos sabía ocultarse muy bien de ojos poco deseables. Abrió la puerta con cuidado, apenas unos centímetros.
<<¿Lo has traído?- pregunto Shizuku mentalmente>>
<<¿Tu qué crees?- le respondió mentalmente, de la misma forma- déjame pasar>>
Le dejo entrar, aunque no dejaría que se acomodara en su casa. Su capa estaba completamente empapada, por debajo de la capucha se podían ver algunos mechones rojos como la sangre completamente mojados, incluso resaltaba más contra sus ropas.
<<¿Como fue todo?- pregunto Shizuko- ¿Tuviste complicaciones?
<>
<>
Removió sus ropas buscando algo, entonces saco un bulto, enrollado entre mantas, debía de estar muy escondido. Era un bebe. Apenas medía dos palmos, no estaba mojado a pesar de toda la lluvia a pesar de la tormenta, pero eso no fue lo que más le impresiono, sus ojos, tenía hetrecromía. El derecho, era rojo, como la sangre, como un rubí, el izquierdo azul como el hielo. La miraban fijamente.
<>
<>
Shizuko le dedico una mirada rápida, antes de volver al bebe. Abandono la casa sin que ella se lo pidiese, su cometido ya había sido cumplido por ahora, no necesitaba que estuviese allí por ahora. Meció el bebe con cuidado entre sus brazos y por primera vez uso sus cuerdas vocales.
-Wen-Suml- murmuro- tu seras la puerta hacía nuestra gloria.
El bebe simplemente la miro fijamente. Shizuko no puedo evitar una sonrisa demasiado humana.

17 años después

Se despertó, notaba la cara dolorida, aunque a Uk-Sun no le extrañaba nada, se había quedado durmiendo sobre la mesa, rodeada de libros. Suspiro. Se encontraba en la biblioteca, con una vela que se había ido desgastando durante toda la noche. Ya amanecía, los tres soles comenzaban a asomarse con lentitud por el horizonte. Soplo la única luz y se quedo en penumbra. Noto su mejilla húmeda, y se paso la mano. La miro, estaba negra. Miro los papeles sobre la mesa y estaban todos emborronados, se había quedado durmiendo sobre sus apuntes recién tomados. Todo el trabajo de aquella noche había sido para nada. Por lo bajo murmuro maldiciones de su pueblo, si Kimara las hubiera oído le habría caído una buena reprimenda. Miro las hojas intentando pasar a limpio todo el trabajo fastidiado. Dos años llevaba con aquella investigación, y cada se iban poniendo más interesante. No la había enseñado a nadie, todos en la torre se veían  muy interesados en ella, incluso Qayder se había mostrado interesado. 
Uk-Sun dejo sus divagaciones de lado y continuo con su trabajo. Paso a limpio todo el trabajo de aquella noche con buena caligrafía, tomándose su tiempo. Cuando termino, espero que los papeles se secaran, y de mientras guardo los libros que había ido utilizando durante toda la noche. Guardo todo su trabajo en una carpeta y se dirigió a su cuarto. Trabajaba durante la noche o en su habitación en privado, para que nadie pudiese ver en que estaba trabajando. Llego a su habitación y cerro la puerta tras de si. Era algo más grande que la que tenía un estudiante normal, ella ya no lo era desde hacía tiempo. Dejo su trabajo sobre la mesa y se dispuso a salir cuando alguien apareció en su puerta. 
-No deberías estar aquí- dijo Uk-Sun haciéndola pasar.
-Lo siento- dijo Lune.- pero me siento al sola en mis aposentos.
Habían pasado dos años desde que la triada había vuelto a Idhun, junto con sus hijos. Habían tenido un trágico final junto con el joven desconocido que les acompañaba. Lune había vivido desde entonces en la torre junto con ella. Al principio era una estudiante más, pero su identidad fue rápidamente descubierta. Era acosada diariamente, hasta que Qayder decidió tomar cartas en el asunto. Le entrego los aposentos del líder de la torre, que era privados para el resto de los habitantes.
Pasaba la mayor parte del tiempo encerrada, Uk-Sun iba a visitarla muy a menudo, pero sus investigaciones la tenían completamente ensimismada, y no iba tanto como le gustaría. 
-Te traigo algo de beber- dijo Lune, y se lo entrego.
Como ritual, las dos se sentaron en el suelo,  de espaldas a la pared, con las piernas cruzadas. 
-¿Sabes algo de tu hermano?- dijo Uk-Sun, dándole un trago a su bebida.
-No- dijo en un murmullo- llevamos sin hablarnos dos años, y lo sabes.

Erik despertó con los golpes más fuertes que podía dar una niña en una puerta bien temprano por la mañana. 
-Kareth, Kareth- repetía la voz de Anna, la hija menor de Shail una y otra vez- me prometiste que hoy me llevarías a la montaña. 
-Ya voy- grito hundiendo la cara en la almohada. 
Se levanto de un salto, con rapidez se vistió, ya que siempre dormía con poca ropa, según decía Shail, era una persona de sangre caliente. Se lavo la cara antes de bajar a desayunar. Alae ya estaba alli, sentada en la mesa ojeando un libro, apenas le dirigió un gesto con la cabeza. Se sento y empezo a desayunar con rapidez, mientras Anna le gritaba al oído que se diese prisa.
-No me la voy dar más prisa si sigues gritándome al oído.
-Anna no seas impaciente- dijo Zaisei al entrar- en cuanto acabe de desayunar os iréis.
La niña inflo los mofletes y salio corriendo y al momento entro Shail. Se sentaron todos juntos y desayunaron animados. 
-¿Piensas ir a visitar a tu hermana dentro de poco?- dijo Zaisei- Pronto sera su cumpleaños.
Aquella pregunta hizo que a Erik se le cortase el hambre de golpe. Se levanto con lentitud, tiro los resto de comida a la basura y dejo el plato a lavar. 
-Ella me dejo claro que no quería volver a verme- dijo antes de abandonar la cocina. 
Fue a la salida y recogió su mochila, que había preparado durante la noche anterior, y salio de la casa antes de que nadie pudiera decirle nada, seguido por Anna, que no se había dado cuenta de la charla.

-Tu seras el que nos guié- dijo Shizuko, rara vez usaba sus cuerdas vocales para comunicarse, pero aquel era un momento especial- Tú seras el que gobiernes sobre todo Idhun. Solo tú- la ultima palabra fue apenas un susurro. 
-Si mi señora- respondió con voz neutra.
Shizuko solo pudo sonreír, mientras acariciaba el rostro del joven.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Torre de dios. Piso:20. Guardian: ¿? Evaluador ¿? Prueba: El regular más poderosos.

 Piso:20. Guardian: ¿? Evaluador ¿? Prueba: El regular más poderosos.
Todos ellos se quedaron parados. El pitido resonó por el área de pruebas dando fin a aquella prueba. Un temblor recorrió a Zoe. Que mierda acababa de ocurrir? Mizi se encontraba a su lado, intentando hacerla reaccionar, pero ella simplemente se mantenía quieta. Con la mirada perdida. Un ascensor llego, pero ninguno de ellos quiso entrar con el miembro de FUG, simplemente esperaron al siguiente. 
Cuando llegaron a la sala, todos se sentaron juntos, incluso el miembro de FUG pero a cierta distancia del resto. Mizi y Zoe prefirieron quedarse a un lado, necesitaban hablar sobre ciertas cosas que era mejor que aquellos regulares no supieran. 
-¿Crees que Utau esta bien?-murmuro Mizi con ansiedad, después de aquella prueba, nada le extrañaba lo más mínimo. 
-No lo se-dijo Zoe tapándose la cara con las manos, intentando evitar la ansiedad que le comía por dentro. Ahí estaba, después de años subiendo la torre, ahí estaba su objetivo, El muchacho apenas pareció darse cuenta de su mirada, pero ella no le quitaba ojo de encima, sin ni si quiera pestañear. 
-¿Me estas escuchando?-murmuro Mizi enfurecida, y la hizo apartar su mirada del miembro de FUG, que parecía estar perdido en sus pensamientos. 
-Si-dijo Zoe intentando cambiar de conversación. 
-¿Entonces que te e dicho?-murmuro la muchacha.
Zoe se quedo en silencio, Mizi respondió con un resoplido de enfado. Pocas veces estaba enfada, aquella era una excepción a la regla de que Mizi era incapaz de enfadarse. Una de las puertas de los ascensores se abrieron, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir. Utau apareció, caminaba lentamente, su vestido blanco estaba manchado de sangre, los bajos, su estomago, incluso su cabello rubio parecía haberse manchado. En su rostro había dibujado una sonrisa, hubiese parecido agradable, si no fuera porque había manchas de sangre en sus mejillas. Zoe noto como Mizi se tapaba la boca, en un grito ahogado. Pero lo que más le preocupaban a las muchachas era que Utau hubiese perdido el control. Jamas habían hablado de ese tema, pero tanto Zoe como Mizi sabían que el peligro estaba ahí, la habían visto cambiar de forma en varias ocasiones, y aquello había significado siempre coas y destrucción para los que se encontraban alrededor.
Mizi se acerco hacía Utau, que ni se inmutaba. Seguía habiendo una sonrisa en su cara. Zoe la siguió, con la duda comiéndola por dentro.
-¿Qué ha pasado?- pregunto Mizi- ¿Ha salido?
Zoe le dirigió una mirada nerviosa al resto de los regulares. Excepto por el miembro de FUG, el resto parecía estar bastante atento a lo que ocurría en su grupo.
-No-dijo Utau pasándose una mano por el pelo, intentando alisarlo, pero la sangre no parecía dejarla- al contrario de vosotras, no e encontrado gente tan amable.
-Si tu supieras..- murmuro Zoe.
Mizi le dedico una mirada nerviosa a Utau, ella miro por encima de su hombro y vio al miembro de FUG, sentado sin prestar mucho caso a lo que pasaba alrededor, como si estuviera perdido en sus pensamientos. Zoe supo exactamente lo que iba a decir su compañera antes de lo que lo dijera.
-Ni se te ocurra- dijo Utau- ya te advertí que sus miembros son muy poderosos.
Zoe hizo oídos sordos. Miro a su alrededor. Los regulares parecían algo asustados, y no le extrañaba, viendo la apariencia de Utau cualquiera se sentiría asustado en su presencia. Puede que aquello les sirviera en la prueba siguiente, si le tenían miedo y temían su presencia, no se acercarían. Puede que después de todo aquel aspecto desgarbado les sirviera de algo.
Las puertas de los ascensores se fueron abriendo, y entraron cada vez más regulares, hasta que las sala se lleno, y entonces llego el administrador de las pruebas. Era pequeño, parecía un niño, para que decir lo contrario, llevaba una gorra, azul, y una especie de chaqueta del mismo color.
-Que mono es- dijo Mizi.
Utau y Zoe se miraron, y se sonrieron por primera vez en mucho tiempo.
El administrador procedió a explicar la prueba. Las tres chicas escucharon atentamente. Iba a ser una competencia de shinsoo. Fácil, tanto Zoe como Mizi eran manipuladoras de hondas medianamente decente, y Utau una de las mejores pescadoras de aquel piso, de entre los regulares habrían pocos capaz de plantare cara sin perder alguna extremidad.  El problema lo tendrían con el miembro de FUG.
Uno a uno todos los regulares se fueron plantando cerca de aquella bola.
Primero llamaron a Mizi, aunque hizo un puntuación bastante buena, consiguió el puesto ocho, y podía ser expulsada  en cuanto alguien hiciera uno mejor de entre los primeros puestos. Después fue Zoe, y le fue algo mejor que a su compañera, pero solo consiguió el puesto seis y expulso a Mizi de entre los mejores. Los regulares que habían estado con ellas en las pruebas fueron pasando uno a uno, consiguieron puntuaciones de todos los tipos.Uno de ellos pertenecía a una de las diez grandes familias, y monto un buen pollo porque le golpeo la cabeza, incluso un enano consiguió superarlo, tras aquellos dos, Zoe estaba a punto de ser expulsada de la tabla, así que cruzo los dedos y cerro los ojos, pero no contó con ella. Entonces le llego el turno a Utau. Con su elegancia de ángel, subió al escenario.
-Maldita perra- murmuro Zoe, a sabiendas que iba a ser expulsada de la tabla.
-No digas eso- dijo Mizi con lagrimas en los ojos.
Utau simplemente le dio un pequeño puñetazo de nada, pero se puso en primera posición como si nada, echando a Zoe al noveno puesto.
-Como ves- dijo tocándose el pelo, con superioridad- soy el regular más poderoso.
-Tu no lo eres- dijo el cabeza plateada, uno con los que había tomado la prueba- lo es él.
El miembro de FUG ascendió las escaleras y se puso delante de la bola, alzo la mano, y realizo una tenica que ninguna de ellas había visto antes, era extraño de describir. Como un remolino azul claro que se iba oscureciendo. Su puntuación fue mucho más superior a la de Utau, incluso a la de cualquier regular.

Ascendieron al escenario aquellos que habían conseguido las ocho mejores puntuaciones. Zoe y Mizi se quedaron abajo. Apoyadas en la pared, junto con el resto de regulares, algunos lloraban, pero Zoe se mantuvo firme, habría otra oportunidad más adelante, o puede que no. Posiblemente Utau tuviese que renunciar de nuevo, puede que lo mejor fuera que siguiera adelante y las dejara atrás.
-Por favor señor Viole- dijo el administrador- elija a un equipo.
Mizi alzo la vista (había estado llorando con la vista baja) y sus ojos brillaron, a Zoe le dio mala espina. Formaría un equipo de siete. De golpe salto uno de los regulares, que había realizado las pruebas, pidiendo que lo eligiera en su equipo. Fue como si se transmitiera una enfermedad, varios de ellos saltaron, incluso Mizi.
-Acépteme a mi y a mis compañeras Sr FUG- dijo postrándose ante él, mientras Utau y Zoe intentaron levantar.
Algunos incluso intentaron quitarse ropa.
-No elegiré a ningún regular- dijo- suficiente conmigo, haga fallar al resto.
Un escalofrió recorrió a Mizi.
-La proxima prueba esta diseñada para ser tomada en grupo- dijo el administrador- no puede simplemente declinar a elegir compañeros.
-No hay nadie que pueda ser mi compañero- dijo FUG- no quiere elegir a alguien que no este calificado.
-¡Espera! ¿A qué te refieres?- grito el miembro de las diez grandes familias, que era un chica- ¿Nadie puede ser calificado para ser tu compañero? ¿No estas siendo muy engreído? ¡Realmente actúas así usando la cresta de una organización criminal!¡Dejando atrás a los que pueden pasar! ¡Estando orgullo de usar una cresta falsa como esa! ¿No te avergüenzas?
-No es falsa- dijo-  Yo soy Jyu Viole Grace, uno de los candidatos a asesino de FUG. Zahard y sus aliados, yo vivo por su muerte.
Al momento, Zoe noto como las piernas le fallaban y todo se ponía negro.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Novedades

No e podido actualizar desde hace un par de semanas (desde principio de mes mas específicamente) e tenido exámenes de septiembre y el comienzo de las clases. E tenido varios comentarios de que continúe el Ulquihime que escribí hace un tiempo, pero es un one-shot, si acaso escribo uno, no tendrá nada que ver con el primero que escribí, sera uno independiente. También tengo preparado dos lemons y continuar los fanfics (MDI, Esmeralda)
Esperó sus comentarios *-*

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Memorias de Idhun. Panteon III. Reseña

Ficha del Libro

Título: Memorias de Idhún III. Panteón
Editorial: SM
Encuadernación: Edición en cartoné
Colección: Fuera de colección
Páginas: 942
Año de publicación: 2006
Diseño de cubierta: Alfonso Ruano y Pablo Núñez
ISBN: 84 675 1148 6
Observaciones: Tercera y última parte de la trilogía Memorias de Idhún.

Sinopsis: 
Tras la última batalla contra Ashran y los sheks, muchas cosas parecen haber cambiado en Idhún. Sin embargo, los Oráculos hablan de nuevo, y sus voces no son, ni mucho menos, tranquilizadoras. Algo está a punto de suceder, algo que puede cambiar para siempre el destino de dos mundos… algo que, tal vez, ni siquiera los héroes de la profecía sean capaces de afrontar… 

Reseña:
Tras la caída de Asrahan, el libro se inicia con la recuperación de Victoria, que esta en coma. Comparado con los otros dos, este es mucho más empalagoso  Kirtash, es igual de shek, Jack sigue un poco cabeza hueca (aunque a hay ciertos momentos del libro demuestra mas templanza que el mismo shek) y Victoria sigue pareciendo querer esconderse detrás de sus novios. Realmente e un libro que tiene acción, de eso no me quejo. No me gusto la ultima parte del libro, no me impresiono muchas de las cosas que salieron, no tuvo tanto misterio como los otros dos. 
No me gusto como reaccionaron los protagonistas. Por lo demás, el resto de los personajes me gusto como actuaron, el típico modo del que lo hacen los humanos normales (y las otras razas de Idhun), en casa una de las situaciones que les ponen. 

jueves, 29 de agosto de 2013

Cazadores de Sombras. One-Shot. Izzy

 La pequeña Isabelle Lightwood sabia que no debía estar allí. Puede que fuera la curiosidad que la comía por dentro, o simplemente el echo de que era un lugar prohibido. Hacía semanas que planeaba ir allí, aunque solo era una idea en su cabeza que le rondaba. Se encontraba en uno de los largos pasillos del instituto de Nueva York. Ante ella, una puerta, cerrada a cal y canto por sus padres. Le habían advertido que allí no podía entrar, pero no podía resistirlo. Miro el gran pomo de metal pulido dorado, y lo agarro con su pequeña manita, lo giro con lentitud, y no respiro hasta que un click sonó. 
La gran puerta se abrió con lentitud, empujada por Isabelle. Primero asomo la cabeza, esperando que allí hubiera un demonio, o algo así. Pero no había nada de eso. Era una habitación de altos techos, las paredes estaban recubiertas de un papel pintando de color crema, rasgado por distintos puntos, dejando ver la pintura de abajo, de color blanco sucio. La habitación estaba llena de cajas  por todos lados. La luz apenas entraba por la ventana, tapada por la suciedad. 
Isabelle se quedo mirando durante unos minutos a que pasara algo, pero simplemente todo seguía en silencio. Entro al cuarto y cerro la puerta tras ella. Abrió la caja más cercana. Pero únicamente encontró objetos que parecían normales. Algunos libros, aunque cuando os abrió no entendió que ponían en ellos. Cerro aquella y fue a por otra, pero seguía sin haber algo que su contenido hubiera sido prohibido. 
Cuando ya llevaba una hora de búsqueda, ya empezaba a cansarse, decidió dejar todo aquello, no había nada prohibido allí, por lo que le hubieran prohibido a ella y a Alec entrar a aquella sala. Cerro la caja que había estado mirando durante los últimos minutos, pero simplemente contenía ropa vieja. Aquello no le parecía una sala secreta, más bien un trastero lleno de cosas viejas. 
Se dio la vuelta, y se dirigió a la puerta, pero justo cuando se disponía a salir, tropezó con una de las cajas más bajas y cayo al suelo de morros. Sintió un dolor punzante en la rodilla, se sentó y vio que se la había rozado, una gota de sangre descendió de su rodilla, deslizándose por su pierna hasta el suelo. Se mordió el labio. La Isabella de siete años, no estaba acostumbrada al dolor, como su futura yo. Unas lagrimas se le escaparon de sus ojos, y descendieron por sus mejillas. Se levanto intentando evitar el llanto. Vio que el contenido de la caja estaba esparcido por el suelo. Se agacho y metió toda dentro de ella lo que había caído. Recogió una foto y entonces reconoció la gente que habían. 
Eran sus padres, algo más jóvenes. Su madre tenía el vientre abultado, debía estar embarazada de Alec. Continuo mirando lo que había en la caja. Más fotos algo descoloridas, entre ellas parecía abundar un joven de cabellos casi blancos, aunque no supo reconocerlo. Metido todas aquellas fotos en la caja, también encontró un viejo cuchillo serafín  completamente estropeado, no le vio nada diferente con los que solía practicar. Metió el arma en la caja junto con las fotos. Entonces lo vio, era un bolsista de terciopelo negro, apenas igual de grande que le puño de un bebe. Lo recogió del suelo con cuidado, su interior era duro. No pudo resistir la tentación y la abrió. El fino cordel que rodeaba la bolsista cedió y pudo ver su contenido. Era una rubí rojo, del tamaño del puño de un bebe, le recordó a un pedrusco.  Brillaba con las ultimas luces  de la noche. 
Isabelle lo observo emocionada, era una joya perfecta. No pudo resistir la tentación  y se lo probo. Cogió un espejo de entre las cajas y se miro. Era extraño verle una joya así, le quedaba demasiado grande para su pequeño cuello de niña. Pero igualmente no pudo dejar de mirarlo con adoración, como si fuera un ángel. Lo rozo maravillada con las puntas de los dedos, su tacto era frió y duro. 
Estuvo mirándolo durante horas, hasta que la habitación se inundo en la oscuridad, y el estomago comenzó sonar, como si gritara. Se desabrocho la joya del cuello, y la dejo de nuevo en la pequeña bolsista de terciopelo. La volvió a meter en la caja, escondido debajo de las fotos. Salio de la sala, sin antes dedicar una mirada a la habitación. 

Volvió día tras día. A la misma hora. Entraba a la habitación y la cerraba tras de sí. Sacaba la caja de su escondrijo y la abría, después buscaba la pequeña bolsa de terciopelo negro, desabrochaba el cierre y sacaba la joya. Se la ponía durante horas, y se miraba al espejo. También había días que miraba lo que contenían otras de las cajas, pero simplemente parecían recuerdos antiguos de otra época. 
Una ocasión  su hermano Alec, le llego a preguntar a que se dedicaba por las tardes que nunca la veía, pero ella simplemente respondía que no hacía nada con una sonrisa de niña buena. Su hermano no fue el único en preguntarse que hacía, pero ella simplemente les decía que jugaba por todos lados. Aquellas respuestas no parecían tranquilizar a sus padres, pero Isabelle tampoco daba ninguna pista para averiguar a que se dedicaba su hija. 

Paso más de un año con aquellas escapadas. A poco a poco la joya ya no parecía tan grande en su cuello, incluso resaltaba su piel. Hasta que un día la descubrieron. 
Al llegar la hora, Isabelle se escabullo entre los pasillos del instituto, vigilando que nadie la siguiera. Se deslizo como un felino, hasta su destino. Abrió la puerta y la cerro tras de sí. 
-Isabelle-murmuro su padre, esto sobresalto a la muchacha, que se giro con lentitud.
Robert Lightwood, el padre de la niña, se  encontraba plantado en medio de la sala, observando alguna de las cajas con desgana. 
-Padre-murmuro asustada.
-Así que es aquí donde pasabas las tardes-dijo acercándose a su hija-Creo que tu madre y yo, te prohibimos entrar aquí, tanto a ti como a tu hermano. 
Isabelle, avergonzada desvió la mirada. Pero su padre no dejo la reprimenda en ese momento.
-Pero me gustaría saber que es lo que te a tenido ocupada durante tanto tiempo-dijo Robert, mirando a Isabelle directamente a los ojos- Mírame.
La niña se resistió un poco a hacerlo, pero ante la insistencia de su padre le miro. Apenas dedico una mirada de unos segundos, hacía el rincón donde escondía la caja entre las otras, (la cambiaba de lado cada cierto tiempo) pero fue suficiente como para que Robert se diera cuenta. El hombre se giro hacía el rincón, y escondida entre todas las cajas. La saco con cuidado, y la abrió mientras se acercaba de nuevo a su hija. 
-¿Qué es exactamente lo que mirabas aquí?-dijo, y acto seguido se la acerco.
Isabelle, con dedos temblorosos, metió la mano en la caja, aparto las fotos que escondían la bolsa de terciopelo  y la saco. Su padre la atrapo  de entre sus dedos.
Apoyo la caja en el suelo y abrió la pequeña bolsa. Saco la joya, que brillo entre sus dedos. 
-Así que es esto lo que te tenía tan embelesada...-murmuro.
-Lo siento padre-dijo Isabelle.
-Pensaba que la había perdido-dijo Robert- esta joya a pasado por las mujeres Lightwood, se supone que fue regalado por un brujo a una de tus antepasadas. 
Se la metió en el bolsillo, y le indico a su hija que saliera. Cerro la puerta tras de si, pero esta vez con llave. Aquella fue la ultima vez que Isabelle entro a aquella sala. 

Isabelle abrió la puerta de su cuarto. Los pies le mataban. Dejo su látigo apoyado en la cama, mientras se quitaba sus ropas y se ponía más cómoda. Aquella noche había salido de caza con Jace y Alec, y ya casi estaba amaneciendo, estaba muy cansada y lo único que quería era acostarse un rato y descansar
Después de tanto años le había vuelto a la mente aquella joya, su padre no se la había vuelto a nombrar, ni ella había preguntado. Incluso sus hermanos se habían extrañado de que estuviera tan perdida en sus pensamientos. Suspiro y se sentó en el tocador, entonces vio algo que no le cuadraba, una caja negra. No la había visto nunca. La abrió con lentitud y entonces lo vio. El rubí brillo con las primeras luces del amanecer, como una bola de discoteca. La cogió y no pudo resistir a probársela. Con ella se noto más adulta. Su tacto seguía siendo duro y frió. 
En la caja había escrito una nota, y reconoció la caligrafía al instante, la de su padre.
"Ya era hora que la siguiente Lightwood la llevara" 
Isabelle arrugo la nota entre sus dedos y la dejo sobre el tocador. Se acostó en la cama, y dejo que lo recuerdos de su niñez volviesen a su mente como un torrente. Antes de dormir, toco de nuevo la joya. Fría y dura. Como ella misma.

Si queréis más fanfics de Cazadores de Sombras, por favor pedirlo en comentarios.  
Que no se os olvide comentar ;) 






jueves, 4 de julio de 2013

Mi primer vídeo.

He colgado mi primer vídeo en YouTube *-*, aunque no es una fiesta, es medianamente decente.

Sweet Moments and Sweet Girl. (Manga)



DATOS DE VENTA:

Sweet Moments and Sweet Girl. (Manga)Autora: Lidia Chan (Dibujante) y David Dark.(Guionista)

Editorial: Mundo Comic Novel. Celya Ediciones.

Precio: 5,95

ISBN: 978-8415359371

Genero: Shojo.

SINOPSIS:
Sweet Moments:
Narra la historia de dos personas que se conocen a través de FACEBOOK y se enamoran locamente: la única pega es que los separan 10.000 kilómetros... ¿Lograrán alcanzar su sueño de estar juntos físicamente?
Sweet Girl:
Christopher es un preadolescente de 13 años, que se enamora de una bonita mujer mientras hacía el camino de vuelta a casa. Su amor por ella crece tanto hasta el punto de enfermarse... ¿Logrará quedarse con la muer que robó su corazón?

RESEÑA:
Este manga lo encontré una mañana, casi llegando al medio día. Habíamos tenido que ir al medico y después mi madre había decidido pasarse pasarse por una papelería cerca de allí. No tenía muchas gamas de ir, pero no tuve más opción que entrar. En la papelería hacía mucho calor y fui la primera en salir, pero antes de hacerlo, gire la cabeza a la derecha. En una de las estanterías, entre un cómic de Demi Lovato y de Madonna, estaba un ejemplar de este manga *-*. Había oído hablar de el antes, pero no sabía que se había publicado. Así que suplique y mi madre me lo compro.
Apenas tarde el viaje de vuelta a casa en leerlo (10 minutos aproximadamente) es corto. Este manga me a gustado mucho *-* Para que nos aclaremos, se divide en dos historias, Sweet Moments and Sweet Girl. No tengo mi favorita entre estas dos, con cada una de ellas me une un vinculo especial. La primera, Sweet Moments, me e sentido identificada con ella, por ciertos motivos, como diría un amigo, "Amor a primera tecla" XD Narra una relación desde el principio al fin. Sweet Girl es una relación más, como el primer amor, entre un niño de trece y une mujer (de edad desconocida)
Los dibujos, están bastante bien, sobre todo en las chicas y cuando los personajes se ponen en forma chibi *-* son monismos. El dibujo de los chicos no me a llamado tanto la atención como en otras de sus obras, (Naruto Generations) realmente solo me gustan de verdad cuando son niños XD.
Se nota que los autores han puesto todo en esta obra *-* y el esfuerzo valió la pena, este manga fue ganador del concurso internacional de manga. La autora es de nacionalidad española, justamente de Alicante, vivimos muy cerquita *-*

PAGINAS WEB DE INTERÉS:
http://www.tiendamundocomicnobel.com/products/pre-order-muy-pronto-a-la-venta-sweet-moments-sweet-girl-ganadora-de-concurso-internacional-de-manga-/ (EDITORIAL)
http://lidia-chan.blogspot.com.es/ (BLOG DE LA AUTORA)








sábado, 29 de junio de 2013

El desierto sin arena

Esta historia también la escribí para el concurso de mi instituto, pero con un año de diferencia con las demás. 
                                     

El  desierto  sin arena
     Mi nombre es Reza. Mi nombre es el mismo que el del padre del Sha, el  mismo  hombre  que dio  un  golpe  de  estado  en  Irán  sumiéndola  en una dictadura. 
     En 1980, yo tenía apenas doce años, vivía en  uno  de  los  barrios  más  pobres  de  la ciudad de Teherán,  me crie en  la  mayor  de  las  pobrezas,  cuantas  noches  trabajando  sin  descanso,  para  por  la mañana  poder  ir  a la  escuela,  apenas dormía. Ni si quiera yo trabajando, el mayor de ocho hermano, apenas teníamos para llevarnos a la boca. Mi padre, un islámico hasta los huesos, era un hombre muy estricto con la religión, nos educo a todos nosotros como lo educaron a él, mi madre, la recuerdo como una mujer tímida y sometida por completo a su marido.
    ¡Cuántas veces tuve que defender a mi pobre madre, de los ataques de rabia!
    Aun recuerdo la revolución islámica en 1979. Mi madre había conseguido enviarme a una escuela bilingüe -a escondidas de mi severo padre- ese mismo año, separándome de mis compañeras, obligándolas a ellas a llevar velo, pero a la que más eche de menos fue a mi querida Pardisse, aquella muchacha de ojos verdes, algo raro entre los iranís. Me sentía muy solo en la escuela sin ella, aunque a la salida, pasábamos las tardes los dos juntos mirando el cielo, cuando debía dormir.           
    Una noche mientras mis hermanos dormían, yo me preparaba para ir a trabajar a las fábricas, encontré a mi madre llorando en el aseo, una furia me recorrió por dentro, pensaba que había vuelto a ser mi padre, que la había golpeado de nuevo, me acerque a ella.
    -¿Qué ocurre madre?- le pregunte.
    Ella me sonrió, dulcemente.
    -Nada tesoro- me dijo mientras se secaba las lágrimas.
    Días después, me entere que la policía había prendido fuego a un cine, no socorrieron a las víctimas y aporrearon a los que intentaban ayudar, los bomberos llegaron cuarenta minutos después. Había cuatrocientos muertos, entre ellos la hermana pequeña de mi madre. Mi padre no nos dejo ir al entierro, decía que se lo tenía merecido.
    Cada día había manifestaciones, yo fui a unas cuantas junto con mi madre, sin que mi padre se enterara.  El ejército nos disparaba y nosotros le tirábamos piedras, aunque con solo doce años, mi madre me había criado con una mente abierta, al contrario de mi padre, que prefería no hacerme ni caso.
    Hubo muchas manifestaciones, y a la vez muertos pero todos  buscábamos la libertad, después de tantos años de dictadura. Aun recuerdo el fin del Sha como si fuera ayer, era una de las pocas horas que podía ver la tele sin que mi padre estuviera en medio molestándome.
    -He comprendido vuestra revuelta- dijo el Sha- todos juntos intentaremos avanzar hacia la democracia...
    La cara de mi madre, se ilumino como el sol. Cada día caían más de sus estatuas y más imágenes se quemaban. Recuerdo como mi madre quemaba una vieja imagen del Sha en la chimenea, yo le acompañe con vítores, la democracia era cercana. El día de su marcha, el país vivió la fiesta más grande de su historia, incluso mi padre, lo celebro, era la primera vez que mi padre y yo estábamos de acuerdo en algo.
    Las escuelas volvieron abrir, y pude volver a ir a clase con Pardisse, mi vida volvió a recobrar sentido de nuevo. A sus padre no les hacía mucha gracia que se juntara conmigo, incluso le prohibieron salir a la calle por la excusa de que iba muy mal en los estudios. Me sentí como si me hubieran dado una patada en el estomago, porque sabía que era mentira, Pardisse era la mejor estudiante de la clase. ¿Era porque vivía en un lugar pobre y mi padre era un fanático religioso?
    Seguramente tendrían mucho miedo de lo que podía ocurrir a Pardisse si se casaba algún día conmigo, pero yo no era como mi padre.  Lo único que quería es que ella fuera feliz, me daba igual que ella fuera persa. La única que conocía a Pardisse era mi hermano pequeño, de tres años, a ella le encantaban los niños, y yo solo quería hacerla feliz.
    Días después, los prisioneros del régimen fueron liberados, entre ellos mi tío, era el hermano pequeño de mi padre, encarcelado por comunista hacia tres años. Mi padre jamás le mostró ningún cariño, incluso le repudiaba.  Mi madre  había estado enamorada de él hacía varios años, antes de casarse.
    Mi madre le acogió en su casa, cuando mi padre llegó aquella noche, fue una de las peores palizas que recuerdo desde que tengo memoria. Estuvo varios días en cama sin apenas poder moverse, cuando consiguió levantarse, cojeo de un pie  el resto de su vida. Ebi, el hermano de mi padre, tuvo que salir de la casa por petición mía. Aunque estuve en contacto con él.
    La revolución política llegaba, las elecciones llegaron, ganado la república islámica, aunque sabía que era mentira. Mi madre sabía lo que podía ocurrir, después de aquello la gente comenzó a irse del país, yo no sabía quién de mis familiares se habían ido, estábamos completamente aislados, por culpa de mi padre.
    Días después me entere de la muerte de mi tío, mi madre lloró desconsolada durante mucho tiempo, mientras que mi padre la ignoraba. En ese momento me di cuenta de que aun lo amaba, aunque jamás podrían estar juntos. Fuimos a su funeral a escondidas, apenas éramos cinco personas, teníamos miedo. La única persona en la me podía apoyar era en Pardisse, y en la pobre de mi madre, que ya no parecía ser ella, si no un cuerpo sin vida. Los que lo habían asesinado se hacían llamar a sí mismo la justicia divina.  Teníamos miedo por si venían a por nosotros, pero nuestro padre era uno de ellos y nunca nos molestaron, aunque me hervía la sangre de solo pensarlo, no podía hacer nada, él era más grande y más fuerte que yo
    Solo era un crio de trece años, que era demasiado despierto para mi edad. Incluso en algunas ocasiones pensé en asesinarlo, pero sabía que lo necesitábamos para vivir, ya que mi madre no podía apenas caminar, y yo no ganaba suficiente en la playa.
    Lo único por lo que tenía ganas de vivir era por Pardisse, sus ojos verdes eran como una luz en la noche, y con la que podía hablar de de política tranquilamente, ya que con la pobre de mi madre no podía hacerlo, parecía tener  un cuerpo pero sin alma. Muchas veces la oía murmurar cosas sin sentido pero todas ellas tenían que ver con la misma persona.
    -Mi querido Ebi- lo oí decir en una ocasión.
    Acababa  de volver del trabajo, eran las tantas de la mañana, dormía en el sofá porque mi padre no la soportaba. Por su cara le caían lágrimas y ni si quiera estaba despierta. Tenía el cuerpo lleno de moratones, mi padre procuraba en golpearla en lugares donde no se viera fácilmente.
    -Te hecho tanto de menos- dijo- Te quiero, mucho Ebi.
    Aquellas palabras me conmovieron  profundamente, la acune entre mis brazos, yo también llore, hasta que amaneció, aquel día no fui clase, la cuide durante todo el día, hasta que volví a trabajar. Mientras estudiaba en la biblioteca, bombardearon la ciudad de Teherán.
    Me escondí debajo de la mesa como un cobarde hasta que acabó, cuando deje de escucharlos, me di cuenta que mi familia podía haber muerto. Salí corriendo hasta mi casa, el corazón me palpitaba muy fuerte, sentía que me moría, cuando llegue a casa, estaba tal y como la había dejado.
    -Cariño ¿Estás bien?
    Mi madre por fin había parecido recuperar la consciencia, estaba en muy mal estado, estaba en los huesos, y tenía la cara llena de ojeras. La abrace muy fuerte, por fin había despertado, aunque en muy mal momento.
    Tiempo después el gobierno comenzó a hacer sus reformas, las mujeres estaban obligadas a llevar velo, para así evitar violaciones, a los hombres se nos prohibida a llevar corbata, se le consideraba signo occidental. Fui a varias manifestaciones, acompañado de Pardisse y de mi madre. Cuando nos atacaron brutalmente, a mi madre le dieron en la cara con una piedra, tuve que sacar a Pardisse corriendo de allí, no volví a ir una manifestación, temía por mi madre.
    La guerra comenzó, y como tal era penosa, los supermercados empezaron quedarse sin lo más básico, yo perdí mi trabajo tras la destrucción de la fábrica donde trabajaba, aunque me sentía feliz porque ya no tendría que volver a trabajar, eso significaría que nos quedaríamos sin dinero y que pasaría hambre, prefería tener la tripa vacía a que la tuvieran mis hermanos. Menos mal que Pardisse me ayudaba mucho, normalmente comía en su casa, aunque en contra de lo que sus padres opinaban.
    Sabíamos que había que contraatacar, habíamos de ir a por la capital Bagdad, pero para había que tener pilotos, pero estaban en prisión tras el golpe de estado, el tío de Pardisse era piloto de caza.
Recuerdo un día, estaba en casa de Pardisse, estábamos viendo la tele, cuando la programación se interrumpió, ninguno de los estábamos haciendo ningún caso a la tele, cuando sonó en la tele el himno, había sido cambiado por el régimen islámico, estábamos sorprendidos.
-Bienvenidos al noticiario de las ocho. Ciento cuarenta aviones F-14 iraníes han bombardeado Bagdad esta tarde.
Yo y Pardisse saltamos de alegría. Pero la alegría no había durado mucho, unas horas después nos enteramos de que habían aceptado bombardear Bagdad a cambio de la difusión del himno, pero no fue la peor noticia, la mitad de los aviones no habían regresado a sus bases, abrace a Pardisse mientras lloraba en mi hombro, seguramente su tío hubiera muerto en aquel ataque.

Días después me entere de la muerte de su tío, no se celebro nada, ni si quieran pudieron recuperar su cuerpo. Pardisse estaba destrozaba lloraba mucho, incluso falto a clase durante mucho días, yo lo único que podía hacer era abrazarla. Me sentía un inútil.
 Yo tenía quince años, cuando, un día en la escuela, llegaron unos hombres extraños, eran del ejercito, nos dieron una charla, nos hablaron del paraíso, que si teníamos la suerte de morir, en combate, podríamos ir al paraíso, donde habían mujeres, comida en abundancia, casas y diamantes. Yo no me lo creí, no tenía ganas de ir a la guerra por mi país, pero mis compañeros no los eran. Habia dejado la escuela bilingüe hacía un par de años, ahora iba a la escuela de mi barrio, éramos el barrio más pobre de la ciudad. Les prometía algo que jamás habían tenido.
Mucho de mis compañeros no les volví a ver, algunos de ellos murieron en el campo de batalla otros se quedaron con heridas de por vida, sobre todo sicológicas.
Aquel día, mientras volvía a casa, sentí que algo iba mal, era una sensación extraña que sentía en el estomago, lo sentía muy pesado, como si me hubiera tomado piedras. No ocurre nada me dije una y otra vez. Cuando me acerque a mi calle, me di cuenta de que algo iba mal, estaba completamente acordonada, corrí rápidamente.
-Dejadme pasar – les grite a los guardias- vivo allí.
Me dejaron pasar, pero ojala no lo hubieran hecho, el edificio donde vivía estaba completamente en ruinas, mi mundo se desmorono. Corrí aun mas rápido, deje la mochila tirada en la calle. Moví las piedras de lo que me quedaba de mi hogar, las lágrimas salieron de mis ojos como una cascada, ahora sabía cómo se sentía mi madre tras la pérdida de Ebi. Paso el tiempo, no sé cuánto, minutos segundos horas, no lo recuerdo.
La policía me saco allí arrastras, debían de encontrar los cadáveres de mi familia. Salí de allí rápidamente, corrí por la ciudad tan rápido como pude, solo me quedaba una persona, Pardisse. Su casa se encontraba al otro lado de Teherán. Llegue a su  edificio, estaba tal y como lo habia dejado ayer.
Subí por las escaleras rápidamente, el corazón me latía con fuerza. Le toque a la puerta con nerviosismo. Fue ella misma la que me abrió, tenía los ojos llorosos, seguramente se habia enterado de lo que había pasado y pensaba que yo estaba muerto.
-Pardisse yo…
Ella me puso los dedos en mis labios, para hacerme callar. Se acerco a mí y me beso. Fue un beso lento, pero lleno de cariño y de pasión, la abrace con fuerza, era lo único que me quedaba y no quería que le pasara nada. La agarre por la cintura y la acerque a ella. Nuestro beso me dejo extraño, era la primera vez nos besábamos.
-Mis padres me han comprometido- me dijo-me casare en dos meses, no nos podemos volver a ver.
Salí de allí corriendo ni si quiera me despedí de ella, había perdido todo lo quería en un solo día, ahora no había nada que me mantuviera con vida, me sentía más solo que nunca. Anduve por las calles de Teherán solo, retumbándome en la cabeza las palabras de Pardisse.
No me lo pensé dos veces. Ya no tenía ningún motivo para vivir, solo tenía quince años. Ese mismo día, me uní al ejercito, me dieron una llave de plástico como le habían entregada a mis compañeros de escuela, pues para mi tenía significado distintos. Me sentía como un desierto sin arena, me subieron a un autobús junto con los demás apoyos, todos ellos estaban ilusionados, yo me mantenía impasible.
Llegamos al campo de batalla, nos pusieron a cantar como idiotas, los demás entraron en trance, yo los ignore, solo quería morir haciendo algo importante. Nos lanzaron a un campo de batalla como perros, las bombas nos caían por todos lados, pero ya no me importaba. Los ojos se me nublaron, sentí como una bomba caía unos metros alrededor mío, después no recuerdo nada.
Me desperté días después en un hospital de campaña, me sentía extraño, me dolía mucho todo el cuerpo, me incorpore lentamente, tenía un vendaje que me rodeaba el pecho, no recordaba nada de lo que había pasado. Me di cuenta que me faltaba algo, mi pierna izquierda había desaparecido ya no me quedaba nada. Días después descubrí que me habían disparado en el pecho, pasando  unos milímetros del corazón
Después de aquello me quede en aquella tienda de campaña ayudando a los médicos, sobre todo retiraba los cuerpo. Llevaba un palo de escoba como pierna. Vi a pasar amucho jóvenes por aquellas camas, casi todos murieron convirtiéndose en mártires.
Cuando acabo la guerra yo tenía veinte años, pero ya me sentía cansado de vivir, la guerra había dado sentido a mi vida, y había quedado sin nada porque vivir otra vez. Me traslades a la casa de mis abuelo, los padres de mi madre, aunque no los había conocido nunca me trataron muy bien. Una noche mientras dormían, yo veía la tele, por miedo a las pesadillas, cuando tocaron a la puerta. Moví mi silla de ruedas hasta la puerta y allí apareció Pardisse, parecía más mayor que la edad que tenía. Aunque le tenía mucho rencor, nos abrazamos.
-Solo quiero estar contigo…- me susurro al oído- escapemos a otro lugar.
Me conto que sus padre habían muerto, pero igualmente se caso con su prometido, era un islámico fanático como mi padre, le había pegado alguna vez, por no quedarse embarazada, aunque ella lo había evitado. Aquella noche se había escapado de su casa. Ese mismo día escapamos del país entre un rebaño de ovejas.

Nos instalamos en Francia, junto con familia que había emigrado allí durante la guerra. Tantos años han pasado y aun no he vuelto a mi país. Pardisse y yo hemos tenido tres hijos, aun echo de menos a mi dulce madre, y mis siete hermanos, pero al único que no echo de menos es a mi padre. No he derramado ni una sola lagrima por el…

Biografía de uno de los Animales más odiados de la historia

Este relato lo escribí cuando era más joven, ara unos dos años. Lo presente al concurso del instituto, y gane el segundo puesto.

                                                                                            


Biografía de uno de los
Animales más odiados de la historia
       Siguió  el  camino  con  cuidado  de  no  toparse  con  ningún  animal  no  deseado , se  estaba  poniendo  ya  oscuro,  sus  padres  la  esperaban  en  el  claro  del  bosque  para  acampar.  Le  había  dicho  que  no  se  alejaría  mucho,  aunque  fue  lo  primero  que  desobedeció  en  el  mismo  instante  que  entró  en  el  bosque,  que  ya  no  le  parecía  tan  interesante  que  antes,  desde  que  se  había  empezado  oscurecer  y  se  había  puesto  todo  tan  negro  que  ya  no  veía  nada,  se  tropezaba  cada  dos  por  tres  con  cualquier  cosa  o  se  ponía  a  gritar  por  estupideces  como  cuando  oía  a  un  búho  o  algo  moverse  entre  los  arbustos. 
       Volvió  a  tropezar  con  una  raíz  que  se  retorcía  sobre  sí  misma,  se  hizo  daño  en  la  rodilla  que  empezó  a  sangrar  al  instante,  se  mareo  por  culpa  de  la  sangre  que  le  caía  por  la  pierna  lentamente,  haciendo  que  se  asustara  a  un  más,  pensó  que  enseguida  aparecerían  animales  para  comérsela  o  chuparle  la  sangre,  era  una  niña  que  le  tenía  miedo  a  todo  desde  que  había  visto  la  peli  de  miedo  con  su  prima  la  noche  anterior.  Se  acurrucó  sobre  si  misma  apoyada  en  un  árbol  de  gran  tamaño,  apoyó  su  mano  en  la  tierra,  para  poder  notar  lo  fría  que  estaba  la  tierra  de  aquel  tenebroso  bosque,  pero  en  vez  de  eso  notó  un  tacto  liso  y  no   tan  frio,  cogió  aquel  extraño  objeto  para  verlo  con  más  claridad,  era  un  pequeño  objeto  con  forma  ovalada  y  de  color  blanco,  entonces  se  dio  cuenta  de  que  era  un  pequeño  huevo,  seguramente  de  un  diminuto  pájaro,  no  se  lo  pensó  dos   veces  y  se  lo  metió  en  el  bolsillo,  feliz  de  haber  encontrado  por  fin  una  nueva    mascota  desde  la  muerte  de  su  hámster.  Se  levanto  con  cautela  y  siguió  el  camino  con  cuidado  al  no  ver  nada.  Solo  se podía  distinguir  la  luz  de  las  estrellas.
         Por  fin,  al  rato  de  haber  empezado  la  caminata  de  nuevo,  perdió  ya  la  esperanza,  cuando  por  fin  consiguió  distinguir  voces  que  gritaban  su  nombre,  eran  las  de  sus  padres  y  hermana.  Feliz,  siguió  las  voces  y  consiguió  llegar  al  campamento.
        Ya  habían  recogido  las  cosas  y  se  disponían  a  irse  ya,  su  hermana  mayor,  una  adolescente  alocada,  ya  estaba  subida  al  coche  y  la  miraba  enfurecida,  estaría  cabreada  porque  tenían  que  haberla  esperado,  y  como  ella  odiaba  el  bosque  pasar  un  momento  más  allí  se  ponía  de  los  nervios,  sin móvil,  internet  ni  tiendas  de  ropa en cien  kilómetros  a  la  redonda  se  volvía  insoportable.  Subió  al  coche  con  rapidez  mientras  sus  padres  le  regañaban  por  haberse  alejado  más  de  la  cuenta.
-          Te  dijimos  que  no  te  alejaras- le  repetía  su  madre  enfurecida.
               Su  hija  pequeña  les mostro  el  huevo  que  había  encontrado  en  el  bosque  con  alegría,  mientras  volvían  a  casa  de  su  abuela  donde  pasaban  las  vacaciones.
-          ¿Me  lo  puedo  quedar?-  le  insistía  su  hija  con  impaciencia.
      Los  padres  asintieron  con  la  cabeza  y  no  le  dieron  mucha  más  importancia,  la  chiquilla  grito  de  alegría,  pero  su  hermana  la  hizo  callar  al  momento,  porque  parecía  que  había  cogido  cobertura  por  el  móvil  y  tenía  que  llamar  a  su  amiga  para  decirle  que  había  conocido  a  un  chico  muy  guapo  en  el  pueblo.
           La   niña  cuido  del  huevo  con esmero,  pensando  que  de  él  saldría  un  loro  del  que  le  enseñaría  a  insultar  a  su  hermana mayor.  Todos  los  días  lo  limpiaba  y   le  hacia  un  nido  nuevo,  para  que  creciera.
        Por  fin  llego  el  gran  día  del  nacimiento  del  huevo  del  que  tanto  había  cuidado  la  chiquilla.  Hasta  su  propia  hermana  mostro  interés  por  el  nacimiento  del  polluelo,  que  normalmente  a  los  temas  familiares  se  mostraba  bastante  indiferente.  Toda  la  familia  se  reunió  en  torno  a  la  mesa  cuando  la  cascara  del  huevo  empezó  a  romperse,  todos  estaban  ilusionados  pensando  qué  clase  de  animal  seria,  pero   se  espantaron  al  ver  que  del  huevo  no  nacía  un  pequeño  polluelo,  si  no  una  pequeña  serpiente  muy  minúscula  de  color  verde.  Todos  gritaron  de  puro  terror.
-          Yo  no  pienso  vivir  bajo   el  mismo  techo  que  eso-  grito  su  hermana  asustada.
-          Pero  qué  asco-  grito  la  madre  de  la  chiquilla-  saca  eso  de  aquí  que  nos  va  a  morder  y  tendremos  que  ir  al  hospital.
     Hasta  la  misma  niña  gritaba  de  puro  terror,  el  padre,  que  parecía  el  que  menos  miedo  tenía  de  aquel  animalito,  recién nacido,  que  sacaba  su  pequeña  lengua,  lo  lanzo  por  la  ventana  con  cara  de  asco  y  le  replico  a  la  niña  que  no  volviera  a recoger  ningún  animal  por  la  calle  ni  el  bosque.  Menos  mal   que  estaba  en  una  casa  de  una  sola  planta,  porque  si  no  aquel  animal  habría  quedado  aplastado.  La  serpiente  asoma  su  cabeza  por  encima  del  nido  y  salió  para  enfrentarse  al  mundo  que  le  esperaba  lleno  de  sufrimiento.
      La  pequeña  serpiente  paso  los   primeros  días  de  su  vida  cerca  de  aquella  casa,  aunque  si  hubiera  sido  humano  hubiera  huido  de  allí  despavorido,  pero  aquella  serpiente  no  la  guiaba  el  miedo  si  no  el  instinto  de  supervivencia,  que  le  hizo  cazar  algún  ratoncillo  perdido  o  desorientado.
      A  los  pocos  días,  él  instinto  le  hizo  abandonara  aquel  lugar,  se  dirigió  hacia  la  zona  central  del  pueblo,  avanzando  por  el  calor  que  le  daba  el  arcén  de  la  carretera.  Por  el  camino  se  topo  con  los  cuerpos  de  otras  serpientes,  pero  los  rodeo  o  paso  por  encima  con  indiferencia,  es un animal irracional  que  actúa  por  instinto,  no  tiene  sentimientos  tampoco  los  necesita,  les  hace  blandos  y  no  necesitan  ser   así  para  cazar  y  defenderse  de  sus  depredadores.
    Por  fin  consiguió  llegar  hasta  la  parte  central  de  aquel  pueblo,  seguía  el  color  que  le  daba  la  carretera.  Por  mala  suerte  topo  con  un  grupo  de  chicos  y  chicas   que  iban  medio  borrachos.  Cuando  se  toparon  con  la  serpiente,  alguno  de  ellos  gritaron  de  susto,  uno  del  grupo,  el  que  se  creía  el  más  valiente,  cogió  al  animal  de  la  cola,  que  intento  huir  con  desesperación,  pero  el  chico  la  zarandeaba,  enseñándosela  a  los  más  asustadizos  del  grupo,  que  gritaban  de  puro  terror.  Cuando  el  chico  se  hubo  quedado  quieto  después  de  cansarse  de  asustar  a  sus  compañeros,  la serpiente,  con  sus  últimas  fuerzas,  se  revolvió  y  le  mordió  el  dedo,  el  chico  grito  de  dolor  y  soltó  a  la  serpiente,  que  cayó  al  suelo.
-          Mira  como  se  ha  puesto  gritar- dijo  una  de  las  chicas-  parece  una  nena.
   Esas  palabras,  al  chico  le  hicieron  mucho  daño  en  el  orgullo,  que  quiso  vengarse  de  la  serpiente,  por  haberle  mordido,  pero  la  pequeña  serpiente  actuaba  por  su  instinto  de  supervivencia,  pero  al  chico  le  daba  igual,  había  herido  su  orgullo  y  eso  era  lo  más  importante  para  él.  Busco  de  nuevo  a  la  serpiente,  la  hallo  escondida  en  los  matorrales  de  al  lado  de  la  carretera.  La  volvió  agarrar   por  la  cola  con  más  desprecio  y  la  metió  en  una  botella  de  whisky  que  había  robado  a  su  padre  para  que  él  sus  amigos  se  divirtieran.  Después  empezaron  a  zarandearla  como  si  de  una  maraca  se  tratase,  también    le  echaron  una  colilla  y  un  cigarro  encendido  para  que  la  serpiente  pagara  por  haberle  mordido.  Al  rato,  cuando  el  chico  que  la llevaba,  estaba  tan borracho,  que  se  tropezó  y  dejó  caer  la  botella  volviendo  a levantarse  y  dejándola  ya  olvidada.
     A la mañana  siguiente,  la  botella  de  whisky  se  había  quedado  plantada,  dejando  encerada  a  la  pobre  serpiente  que  lucho  desesperada  por  escapar  de  allí,  hasta  que  le  consumieron  las  fuerzas,   y  se  enrollo  sobre  sí  misma.  En  ese  momento  pasaron  un  grupo  de  niños,  vieron  la  botella  y  la  cogieron  para  ver  que  tenía  dentro,  al  ver  la  serpiente,  los  niños  cogieron  la  botella,  la  taparon  y  se  la  llevaron  consigo.
  Al  llegar  al  parque,  un  pequeño  terreno  sin matojos,  con  cuatro  bancos  para  los  ancianos  se  sentaran  para  disfrutar  del día  y  unos  cuantos  arboles  para dar  sombra.  Los  críos  cogieron  un  tapón  que  había  tirado  en  el  suelo,  taparon  la  botella  de  whisky  y  empezaron  a  jugar  con  ella  al  futbol,  mientras  que  la  serpiente  seguía  dentro,  guiada  por  su  instinto  intento  escapar,  aunque  eso  no  le  sirvió  de  nada,  porque  no  había  salida  por  donde  escapar  de  aquel  infierno  al  que  se  veía  sometida.
     Los críos  se  cansaron  enseguida  de  aquella  botella,  que  dentro  de  ella  había  una  serpiente  que  seguramente  estaría  a  punto  de  morir  por  culpa  de  pequeños  chiquillos  que  la  única  forma  de  divertirse  era  haciendo  daño  a  un  pequeño  animalito  que  no  había  hecho  nada  a  nadie,  solo  defenderse  de  lo  que  ella  consideraba  peligroso,  siguiendo  su  instinto.  Al  aburrirse  de  jugar  al   fútbol  con  la  botella,  empezaron  a  pasársela  jugando  a  quien  la  tirara  al  suelo  perdería,  pero  no  se  daban  cuenta  de  quien  más  perdería  por  aquel  juego  de  críos  seria  la  serpiente.
     Dejaron  la  botella  abandonada  en  el  parque  cuando  sus  madres  los  llamaron  a  comer,  sin  remordimiento,  continuaron  el  día  como  si  nada,  vacilando  de  lo  que  habían  hecho  con  la  pobre  serpiente,  sus amigos  sentían  celos  de  ellos  como  si  lo  que  hubiera  sido  algo  que  solo  lo  podían  hacer  unos  pocos,  pero  en  algo  sí  que  tenían  razón,  solo  unos  pocos  tienen  poca  cabeza  para  hacer  eso  con  un  animal  indefenso  que  les  había  hecho  ningún  mal  a  nadie,  solo  intentar  sobrevivir.
    Paso  la  tarde  y  nadie  que  paso  por  el  parque  se  percató  de  que  la  botella  tenía  una  serpiente,  solo  un  frasco  que  algún  borracho  habría  dejado  olvidada  la  noche  anterior,  a  todo  el  mundo  le  parecía  una  guarrada,  pero  nadie  la  recogió  del  suelo  y  se  digno  a  tirarla  a  la  basura  que  es  donde  debería  estar  en  verde  tirada  en  el  suelo.  Una  mujer  que  pasaba  por  allí  después  de  haber  ido  a  la  tienda  a comprar  algo  para  la  cena  de  esa  noche.  Al  ver  la  botella  tirada por  el suelo,  la  cogió  y  fue  a  tirarla  a  la  basura,  cuando  se  percato  de  que  había  un  animalillo  metida  en  él,  la mujer  no  se  asusto,  si  no  que  sintió  compasión  por  aquel  animalillo.
-          Pobrecito -  murmuro  la  mujer  al  ver  que  aquel  animal  aun  seguía  vivo -  te  soltare  y  espero  que  no  te  vuelvas  a  encontrar  con  ningún  humano  desagradecido.
     La  mujer  llevo  a  la  serpiente  a  un  bancal  cercano  al  parque  pero  lo  suficientemente  lejos  para  que  ningún  crio  la  encontrara  y  volviera  a  molestarla.
-          Espero  que  ningún  humano  te  moleste -  le  dijo,  cuando  habría  la  botella.
     La  serpiente  escapo  con  desesperación  siguiendo  su  instinto  de  supervivencia  que  le  decía  que  escapara  de  allí.  La  mujer  siguió  su  camino  tirando  la  botella  a  una  basura  cercana.  La  serpiente  se escondió  y  espero  al  ver  que  no  había  peligro,  para  salir  y  buscar  algún  animalillo,  cazarlo  y  saciar  su  hambre,  volvió  a  la  carretera  arriesgándose  a  que  la  volvieran  a  utilizar  para  divertirse,  vio  como  algo  se  movía  al  otro  lado  de  la  carretera  y  se  dispuso  a  atravesarla  como  si  no  supiese  el  peligro  que  corría  al  hacerlo,  cuando  estuvo  a  punto  de  atravesar  la  carretera  un  coche  paso  y  la  arrollo,  matándola  cuando  no  lo  había  hecho  las  torturas  de  los  chicos.  Al  menos  el  coche  le  había  dado  una  muerte  limpia  sin  torturas,  que  le  habrían  hecho  morir  por  pura  diversión  de  sus  torturadores.
    Cada  uno  de  los  que maltrato  a  la  serpiente,  tuvo  su  gran  final,  antes  o  después.  La  niña  que  había  cuidado  el  huevo,  creció  tranquilamente,  se  caso  con  un  rico  empresario,  de  gran  fama  mundial.  Le  encantaba  ir  a  galas  benéficas  para  la  defensa  de  los  animales.  Aunque  después  poseía  una  de  las  colecciones  más  selectas  de  pieles  del mundo.  Mientras  se  hacía  la  pedicura,  en  un  salón  de  belleza  de  mala  muerte,  se  hizo  un  pequeño  corte.  Esa  misma  noche  se  quedo  en  coma  durante  el  resto  de  su  vida.
    El  grupo  de  chicos  y  chicas,  que  la  habían  metido  en  la  botella  de  whisky.  Crecieron  viviendo  la  vida  al  máximo,  sin  pensar  en  el  futuro,  de  discoteca  en  discoteca,  bailando  sin  descanso.  Hasta  que  un  día,  mientras  que  volvían  a  casa,  se  les  cruzo  un  conejo,  el  conductor  intento  esquivarlo,  pero  iba  tan  ebrio,  que  choco  contra  un  árbol,  varios  de  ellos  murieron  en  el  impacto.
    Los  niños  que  habían  jugado  al  futbol, le  ocurrió  la  desgracia  justo  una  semana  después.  Se  dirigían  a  la  que  llamaban  “La  casa  de  la  loca” Era  una  mujer  que  tenía  muchos  animales  y  recogí a los  que  podía,  normalmente  los  que  abandonaban.  Se  acercaron  a  la  valla  de  la  casa  y  empezaron  a  apedrear  a  los  perros.  Ya  lo  habían  hecho  varías  veces,  y  se  habían  divertido  mucho.  Pero  aquella  vez  fue  diferente,  la  mujer  se  había  dejado  la  puerta  abierta  y  los  perros  salieron  enfurecidos,  atacando  a  los  críos.  Intentaron  huir  pero  los  perros  les  dieron  caza  uno  por  uno.
    
    





Fin