rik retuvo la estocada de su hermana, mientras esta respondía con una patada en el frontal. Salto hacía atrás con rapidez, pudo notar como Domivat vibraba de la alegría, mientras chocaba contra Haiass de nuevo, se podía notar la tensión en el aire del choque de las dos espadas. La espada de Erik atravesó la defensa de Eva, la muchacha interpuso a Haiass, entre ellos, la espada de hielo comenzó a brillar con fuerza, pero la fuerza de su hermano la supero.
Erik vio deslizarse a su hermana rápidamente, mientras la miraba sorprendido, estaba se colaba debajo de brazo, apenas tuvo tiempo para reaccionar al ataque, interpuso la espada entre los dos. Una y otra vez fuego y hielo se cruzaron.
Los dos hermanos podían notar sus respectivas espadas vibrando de euforia, hacía ya más de diecisiete años que no se cruzaban entre sí. Erik lanzo una estocada de frente, sabiendo que su hermana no sería capaz de resistir su fuerza, esta se deslizo rápidamente, esquivando a su hermano. Pero su hermano fue más listo y le puso la zancadilla. Eva tropezó y acabo de morros contra el suelo, su espada cayó al suelo y acabo a varios metros de ella, respiro exasperada, mientras Erik le ponía la espada de fuego en su cuello, incluso a unos milímetros podía notar como Domivat, quería atravesarle el cuello. La espada de fuego se ilumino.
Erik retiro la espada del cuello de su hermana, mientras se levantaba mal humorada. Él le ofreció la mano, pero prefirió levantarse por ella misma, ya era suficiente que la hubiera machacado de nuevo.
-Estas mejorando- dijo Erik mientras dejaba a Domivat a un lado de la sala.
Eva soltó una risa amarga mientras recogía a Haiass del suelo. Noto como la frialdad del metal le recorría el brazo izquierdo. Se mordió el labio mientras lo guardaba en su funda, cada vez era menos frio que sentía, pero también notaba como algo se alejaba de su esencia, al menos no notaba una descarga como le había ocurrido a Erik cuando la había tocado hacía un par de días. Eva no pudo reprimir una sonrisa cuando lo recordaba, aun podía escuchar su gritito resonar en sus oídos de nuevo. No pudo evitarlo y se le escapo una risita cruel, Erik sabía perfectamente de lo que reía y gruño.
-Creo que deberías utilizarlo más el báculo- dijo su hermano mientras se secaba el sudor con una toalla- se te da mucho mejor.
-Esa cosa me chupa toda la energía- dijo mientras bufaba- es mejor que luche con la espada, al menos puedo calentarme la mano con rapidez.
Salió de la sala de armas y se dirigió al aseo. Abrió el grifo, palpo el agua mientras se ponía más caliente con lentitud. Su mano había tomado un color violeta por el frio, hacía varios días que entrenaba con su hermano, después de lo ocurrido no podía fiarse ni un pelo de lo que podía ocurrir.
Ocurrió mientras volvía a casa después de acompañar a Aiden hasta la parada del autobús. Su estomago parecía haberse llenado de mariposas, mientras daba pequeños saltitos volviendo a casa. Fue apenas un reflejo. La luz de las farolas de su casa apenas lo alumbro durante unos escasos segundos. Un cuerpo alargado, parecido al de una serpiente se deslizaba por la arboleda. Necesitaba llegar a casa rápidamente. Comenzó a correr rápidamente. Escucho como algo se movía entre los árboles, el corazón le comenzó a ir a cien, aquella cosa era más rápida que ella, mucho más.
<< ¿Por qué huyes Eva?- se dijo una vocecita en su mente- Es tu aliada no tu enemiga>>
Ignoro aquella voz, mientras que las palabras se repetían en su mente una y otra. Abrió la verja de su casa, cerró lo más rápido posible. Un largo cuerpo se deslizo en la carretera. Eva reprimió un grito de sorpresa mientras se tapaba la cara. Pudo distinguir perfectamente unas alas membranosas en el ondulante cuerpo de la serpiente y en aquel momento supo perfectamente que era. Un shek. Sus ojos eran fríos como el hielo, pero detrás de aquello, poseían algo que le era familiar levemente, pero no supo donde encajarlos dentro de su círculo.
Instintivamente se tapo los ojos con las manos, escucho al shek sisear. Eva se espero a que atravesara la valla, pero no lo hizo al igual que el dragón escarlata, algo lo detenía, no podía entrar. Corrió rápidamente a su casa, entro y subió por las escaleras. Cuando entro en su habitación, no pudo reprimir el impulso y se asomo por la ventana. Se había esfumado como el polvo. Respiro hondo mientras se relajaba recogió su móvil de la mesita de noche y llamo a Aiden, necesitaba que le la relajara.
La mano de la muchacha comenzó a recuperar su color normal en unos minutos. Cerró el agua en cuanto comenzó a sentir que el agua le quemaba la piel. Se contemplo en el espejo del aseo. Sus ojos eran azules como el cielo, muy brillantes, y como le decía su madre muchas veces, sus ojos eran demasiado grandes para su cara, su piel era aceitunada, al contrario que la de sus padres, Victoria solía decir que se parecía mucho que aquel tono tan oscuro lo había heredado de su familia materna, su pelo era castaño, se lo solía cortar por los hombros, no le gustaba largo le molestaba mucho.
Se seco la cara con la toalla, y miro su reloj. Eran casi las sietes de la mañana, su madre estaría a punto de tocarle la puerta para ir a clase. Se había reconciliado con su hermano después de cantarle todo lo ocurrido. El la había abrazado y le había tranquilizado mucho. Entrenaban todas las mañanas de seis a siete y por las noche antes de acostarse. Victoria pensaba que por fin se habían cansado de ver programas raros en la tele por la noche, se habían tomado en serio lo de descansar lo suficiente por las noches.
Los primeros días apenas podía levantar la espada del suelo, Erik se había reído de ella durante horas mientras intentaba levantarla del suelo o directamente la arrastraba. El muchacho había dado clases de esgrima durante dos años, pero lo había dejado para poder dar clases de pintura. Victoria tenía razón, Erik tenía un gran don que quería aprovechar al máximo, al contrario de ella que no poseía ningún don. Su padre le había intentado enseñar a cantar hacía años, fue un fracaso total, desafinaba cada dos por tres y al final había desistido por completo.
Miro de nuevo el reloj, tenían el tiempo justo para ir a la biblioteca y volver a casa. Cuando llego a la sala, su hermano ya la esperaba allí para irse. Erik apoyo la mano en la franja de luz que se ilumino levemente, alma lo llevo de nuevo a la tierra. Eva repitió el proceso que hizo su hermano. Noto como alma la llenaba por dentro, buscando la poca magia que residía en ella, cerró los ojos para disfrutar de la sensación. Cuando los volvió abrir, estaba acostada en su cama. Al instante escucho toques a la puerta.
-Eva levántate ya es la hora.
La muchacha se levanto de la cama cansada, salió al pasillo y fue al baño. Se dio una ducha rápida y se vistió con el uniforme de la escuela. Cuando bajo a desayunar, era la primera en llegar, excepto por su padre. Christian ponía en marcha la cafetera mientras se tomaba un vaso de zumo, a Eva le hubiera gustado saber a qué hora se levantaba, porque siempre estaba despierto. La muchacha despejo su mente en cuanto entro a la sala, había estado practicando, tenía una intuición de que debía hacerlo ante él.
-Buenos días- dijo Christian.
- Buenos días- le respondió.
La muchacha se puso un vaso de leche con cacao. Le encantaba tomárselo calentito por las mañanas. También se preparo unas tostadas, mientras se lo tomaba rápidamente. Erik entro en la cocina y saludo con una especie de gruñido, era el que peor llevaba levantarse a las seis de las mañanas de los dos. Detrás de Erik entro Jack y Victoria. Todos se sentaron a la mesa a desayunar. Jack y Christian comenzaron hablar entre ellos en un idioma que no era el castellano y que no le sonaba a ninguno de los dos hermanos ni por asomo. Victoria les escuchaba, pero parecía no querer participar en la conversación.
Erik se sentaba en frente de su hermana, los dos hermanos se miraban de reojo de vez en cuando, mientras observaban la cara que ponía Jack a cada palabra de Christian, al contrario que el, se mantenía impasible.
-No- salto de golpe Victoria interrumpiendo la conversación entre Jack y Christian- no pienso dejar que eso ocurra, no pienso llevarles.
-Solo os he relatado lo que me han contado- dijo Christian - no he dicho nada.
La mujer salió exasperada de la cocina, mientras los dos hermanos la miraban extrañados, no solía perder los nervios con facilidad.
-Yo hablare con ella- dijo Christian mientras la seguía.
Desde la cocina se podía escuchar la discusión entre los dos desde el pasillo. Jack se mantuvo impasible. Mientras Eva y Erik escuchaban extrañados, jamás la habían oído hablar así. Hablaban otra vez en aquel idioma extraño que no conocía ninguno de los dos.
-Sera mejor que os deis prisa o llegareis tarde a clase- dijo mientras se levantaba de la mesa.
Cuando salieron al pasillo, Victoria y Christian se habían retirado a discutir al comedor, pero seguían escuchándoles. Cada hermano subió a su habitación recogió su mochila y salieron a la calle. Eva tenía miedo al salir a la calle y entre todos los arboles no se sentía segura, se mantenía varios pasos por detrás de su hermano, así se sentía más segura.
-¿Vas ir al baile de primavera con tu amigo?- le pregunto Erik mientras se sentaban a esperar.
Eva bufo exasperada y su hermano sonrió. Cada año, en su instituto hacían un baile de primavera, para celebrar la llegada del buen tiempo. Ella nunca había asistido a ninguno porque nadie se lo había pedido, se quedaba en casa mal humorada y nadie se le podía acercar durante toda la noche, había pensado en ir con Aiden, pero el muchacho no se lo había pedido, ni si quiera lo había nombrado y lo que más rabia le daba es que tres o cuatro chicas por día se lo pedían y él lo único que decía es que se lo pensaría.
-Deberías pedírselo tu- dijo Erik- ese chico es un poco tímido.
-Aunque se lo pidiera me daría largas- dijo Eva suspirando- seguramente ni si quiera se habrá planteado en ir.
En ese momento apareció el autobús de la escuela. Eva subió lo más rápido posible. El autobús estaba completamente a solas, eran los primeros en subir, a las sietes y media. La muchacha se sentó en los asientos más cercanos a la segunda salida, Aiden subiría en la siguiente parada. Si él no se decidía lo haría ella. Diez minutos después el autobús se paro y subieron más alumnos al autobús entre ellos Aiden. El muchacho la busco con la mirada entre la gente, cuando la encontró, una sonrisa ilumino su cara mientras atravesaba el pasillo y se sentaba a su lado.
-Buenos días Eva- dijo Aiden sonriendo- ¿ya estas más tranquila?
-Si aunque aun estoy un poco nerviosa.
Un silenció incomodo se adueño de los dos, cada uno miro para cada lado. Eva recordó las palabras de Erik
Respiro hondo y conto hacía tras tres, dos, uno y…
-Eva no voy a poder ir al baile contigo- dijo repentinamente.
-¿Por qué no?
-Mis padres no me dejan ir- dijo Aiden.
Las lágrimas comenzaron a fluir de los ojos de la muchacha, se giro para que no la viera llorar.
-Por favor no llores por mi culpa- le dijo el muchacho- me encantaría ir pero mis padres no me dejan ir.
Eva no le contesto, ni ahora ni en todo el viaje, se quedo callada contemplando el paisaje, los arboles fueron pasando dejando paso a la gran ciudad de Madrid. El autobús paro delante de la escuela.
Eva salió antes de que Aiden pudiera decirle algo, tampoco entro en la escuela solo se perdió entre las calles de Madrid. Cuando le muchacho bajo del autobús Eva ya no estaba, la busco con la mirada, pero se había ido, debía buscarla.
-¿Así que esto es lo queda?- dijo la mujer.
Los restos de la torre de dracwen, después de una década habían sido cubiertos casi por completo por los arboles. Las hadas habían intentado tapar aquel lugar, pero pocos se adentraban, aun siendo el lugar más bonito de todo el bosque. La mujer podía notar la esencia del último unicornio en el ambiente mientras se adentraba en aquel lugar. Mientras atravesaba aquel lugar, se preguntaba muchas veces porque habría elegido aquel lugar tan lúgubre para vivir.
Le dio una patada a una de las rocas que una vez contuvo la torre de hechicería más poderosa de todas, y el lugar donde una vez estuvo el centro del imperio shek. Se adentro entre las ruinas, mientras la esencia del último unicornio se hacía mayor a cada paso.
Después de cinco minutos andando, la mujer llego hasta un claro, donde el suelo eran de losas negras, aquellos había sido la base de la torre. En su centro, había una figura de una mujer sentada en el suelo, tenía un pelo blanco brillante que brillaba con las luces de las tres lunas. Gran parte de su cabello tapaba su espalda y apenas se le veía por la fría noche.
-Ankaa- dijo la mujer.
-Shizuko- respondió Ankaa.
Ankaa se levanto del suelo, pero antes de darse la vuelta se tapo la cara con una capucha. Shizuko se acerco a ella lentamente.
-¿Quieres algo a cambio?- dijo la shek.
-Ya sabéis lo que tenéis que hacer- dijo mientras se acercaba a Shizuko- en cuanto le ponga los dedos en la frente, su esencia de shek despertara, junto con la otra, aunque podremos mantenerla a raya ¿Cuánto tardareis?
-Ya está en camino para su captura.
-Eva se que estas ahí sal- dijo Aiden mientras se adentraba entre los árboles.
Nadie respondió, el muchacho sabía que estaba allí perfectamente, lo sentía y lo notaba en el aire, cada vez que se acercaba ella nota como un calor en su pecho. Se adentro más en el bosque sin temer por no salir de allí. El calor en su pecho se hizo aun mayor.
Pudo verla sentada entre las raíces de un arboles. Se agacho lentamente a su lado, cuando quiso abrazarla, esta le rechazo apartándose de su lado.
-Lo siento…- dijo únicamente.
-Tus palabras me han hecho mucho daño un simple lo siento no hará nada- dijo la muchacha fríamente- esta iba a ser la primera vez que iba a ir a ese estúpido baile de primavera.
Aiden la miro, sus ojos y sus mejillas estaban enrojecidos. Sus azules ojos como el cielo, eran fríos como el hielo, pero detrás de todo aquello se notaba tristeza en ellos. El muchacho no podía parar de mirarla, eran tan luminosos…
-Perdóname por favor ¿Pero no puedo hacer nada para recompensarte?- dijo el muchacho.
-Si que puedes…-dijo la muchacha.
Antes de que Aiden respondiera, Eva le beso con lujuria. Al principio sus labios se mantuvieron duros, pero enseguida se moldearon a los suyos. El muchacho la estrecho entre sus brazos mientras Eva apoyaba sus manos en su pecho. Aquellos besos eran tan escasos, que los pocos que se daban eran muy lujuriosos. Las descargas de placer recorrieron el cuerpo de la muchacha, que se estremecía de puro placer con solo de pensarlo.
Las hojas secas del bosque, que descansaban en el suelo, comenzaron a romperse. Eva se puso alerta enseguida, observo los alrededores hasta encontrar el origen del ruido. Una figura de colores verdes se deslizaba por el suelo, la muchacha se quedo petrificada de golpe.
-¿Ocurre algo Eva?-pregunto el muchacho.
-Corre- dijo la muchacha- estamos rodeados por sheks.
Victoria daba vueltas a la habitación nerviosa, mientras que Christian parecía bastante nervioso mientras que con sus zapatos repiqueteaban en el suelo, algo anormal en su personalidad fría, Jack por el contrario mantenía los ojos cerrados en gesto pensativo, pero igualmente estaba preocupado. Erik se mantenía sentado al lado de Christian, se tapaba la cara con las manos, se notaba muy cansado.
Levanto la vista por decima vez aquella tarde, el reloj que el y Eva habían hecho a Victoria para el día de su cumpleaños estaba allí colgado, su manecilla mas grande marcaba las doce y la pequeña la de las siete, mirando aquel regalo se acordó de su hermanita pequeña.
<< ¿Dónde estas Eva?- se pregunto de nuevo>>
Eran las siete en punto, y su hermana debería de estar allí hacía ya dos horas. Se removió en su asiento en su asiento. El comedor estaba completamente en silencio, lo único que se escuchaban era el tic tac del reloj. Haya donde mirase habían recuerdos de su hermana, una foto juntos cuando Eva tenía seis años y el ocho. A su hermana le faltaban los dos dientes de delante, así parecía estar mellada. Encima de la mesa, un florero que había hecho en una excursión de la escuela, hecho de cerámica y pintado de blanco
En su estomago sentía como una mano se las retorciera, se había sentido así cuando se perdió en el mercado hacía un par de años, pero aquello era mucho peor de lo que recordaba.
La puerta de la entrada de la casa se abrió. Todos se levantaron de un salto y fueron directos al recibidor. Victoria no pudo reprimir un grito de alegría mientras se lanzaba a los brazos de su hija menor. Eva estaba llena de rasguños, y cojeaba del pie izquierdo, Erik no podía dejar de mirar sus ojos. Siempre eran soñadores, llenos de alegría, ahora parecían ausentes. Victoria la estrecho entre sus brazos mientras sollozaba, pero ella no le devolvió el abrazo, solo se quedo allí plantada como si de un muñeco se tratase.
-¿Te ocurre algo cariño?- dijo la mujer.
-Se lo han llevado- dijo Eva débilmente- los sheks se lo han llevado.
-¿A quien?- pregunto Christian.
-Aiden…
Shizuko, casi sin esfuerzo, agarro al muchacho de las manos y lo retuvo, su fuerza era mucho mayor. Aanka se acercó lentamente mientras, el preso intentaba liberarse de las manos de Shizuko. La mujer puso un dedo en su frente. Unos gritos agónicos recorrieron todo el bosque de Awa.