Capitulo 9: Papa.
Los dedos de Aiden se movían con rapidez mientras escribía. Eva no podía quitarle la mirada de encima mientras hacían los deberes en el comedor de la casa, ella no era capaz de concentrarse en los suyos, la muchacha suspiro mientras lo miraba muy concentrado. La luz del atardecer hacía sombras en su rostro, Eva no podía parar de mirarlo, apenas habían pasado unas semanas desde que se conocían, pero era como si se hubiera llenado un espacio que había estado vacio hasta aquel día, del que tampoco se había percatado. Aiden suspiro y dejo el boli encima de la mesa y la miro fijamente.
-Si sigues mirándome así, no voy a poder concentrarme- dijo Aiden pacientemente.
-Es que no puedo dejar de mirarte mientras haces los deberes- dijo Eva pícaramente- estas tan guapo mientras te concentras.
-¿Sabes que como no apruebe este examen no voy a poder verte durante varias semanas?- dijo Aiden.
Eva gimió levemente, el muchacho suspiro un poco exasperado. La muchacha se había ofrecido para ayudarle a aprender a escribir castellano, ya que el solo sabía hablarlo, gracias a su madre que era española.
-¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz estudiar?- dijo Aiden.
Eva se levanto lentamente haciéndose la interesante mientras el muchacho le sonreía. Le abrazo por detrás y le dio un beso en la mejilla.
-Sabes perfectamente lo que quiero…- le susurro al oído.
-Si te doy uno vas a querer más-le dijo Aiden suspirando.
-Si no lo comprábamos no lo sabremos…- le dijo acercándose lentamente a sus labios.
-¿Qué tal van los deberes chicos?- dijo Victoria.
Eva salto de golpe mientras su madre entraba a la sala de estar con una bandeja. La muchacha fulmino con la mirada a su madre, esta le dedico una mirada de disculpa mientras dejaba la bandeja en la mesa.
-Os he preparado algo de picar mientras estudiabais- dijo posándola en la mesa- ¿Qué tal os va?
-Muy bien mama- dijo Eva rápidamente mientras acompañaba a su madre a la puerta- ahora si no te importa dejarnos a solas estamos muy ocupados.
Cerró la puerta del comedor, mientras Aiden reía. Desde que se habían conocido, apenas tenían tiempo para verse, en el instituto, todas las chicas de su curso no paraban de coquetear con él durante los recreos y Eva prefería que aquel fuera su pequeño secreto, no quería ser la chica más odiada del instituto. Cuando estaban en casa, Victoria parecía tener un sexto sentido para averiguar cuando no estaban estudiando, o Jack aparecía de trabajar en el momento más importuno, incluso Erik aparecía haber pactado con ellos para molestarles cuando querían estar a solas.
Eva no se hablaba con Erik desde el accidente con el dragón. Su hermano había querido arreglar las cosas, pero la muchacha había levantado una barrera entre los dos, aun se sentía muy resentida con él, seguramente se habría sentido muy sola porque era la persona a la que más quería, si no hubiera sido por Aiden.
Para Eva, era un chico muy dulce y tímido hasta que no cogías confianza con él, y eso lo hacía muy irresistible para las chicas del instituto y para ella misma, se pasaban las horas de clase hablando sin hacer caso apenas, porque era el único momento en que podían hablar tranquilamente. Aquello había cabreado a los padres de Aiden, obligándolo a salir solo un par de veces por semana únicamente.
Eva volvió a su sitio molesta por la aparición de su madre, cogió una galleta de la bandeja mientras contemplaba a Aiden haciendo los deberes que le había mandado la profesora de Lengua para ayudarle a aprender a escribir. Un coche abrió la verja de la casa y se adentro en la propiedad.
-O no- murmuró Eva.
La muchacha se quedo pálida como la nieve mientras escuchaba entrar el coche, y aparcaba a pocos metros de distancia de la puerta. Podía reconocer perfectamente el ronroneo de aquel motor antes de que se apagara. A los pocos minutos, la puerta de la entrada se abrió, pudo escuchar a su madre gritando de alegría mientras se abrazaba con su padre.
-¿Te ocurre algo Eva?- le pregunto Aiden extrañado.
-No pasa- le dijo intentando, mantener su tono de voz normal.
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Su padre se mantenía fuera de casa los doce meses de año, solo aparecía para momentos puntuales y solía irse de la misma forma en la que había llegado, sin dejar rastro. Solía vivir (según le había contado Victoria) en un ático en Nueva York, se dedicaba a componer canciones para gente famosa, ya que él una vez había sido un cantante famoso, pero lo había dejado hacía ya más de veinte años para llevar una vida tranquila.
Cuando era pequeña Eva, era muy sobre protector con ella, siempre parecía saber lo que pensaba en cada momento, y gracias aquella extraña habilidad sus travesuras apenas habían tenido éxito. Pasaron los años, pero seguía igual. Hacía un año había intentado escaparse para ir a un concierto, se lo había encontrado en la entrada del concierto con su inexpresiva cara, que para Eva había significado: "Estas en un lio señorita"
-Eva mira quien ha venido a verte- grito su madre desde el pasillo.
La puerta del recibidor se abrió y entraron sus padres. Cristian o Kirthas según quien lo llamara, era un hombre de unos cuarenta años, su pelo castaño estaba lleno de canas, sus ojos eran fríos como el hielo, sus movimientos eran agiles como un felino para alguien de su edad. Desde hacía un par de años solía llevar gafas para ver de cerca.
Eva le sonrió alegre y se lanzo a sus brazos, ya tendría tiempo suficiente después para presentarle a Aiden.
-Te he echado de menos Lune- le dijo su padre cariñosamente mientras le acariciaba el pelo a su hija.
-¿Qué tal todo por Nueva York?- le pregunto.
-Igual que siempre.
Cristian se quedo fijamente mirando a Aiden, que parecía estar cohibido.
-Papa- dijo Eva rápidamente su hija- te presento a Aiden, un compañero que ha llegado nuevo desde el extranjero, le estoy ayudando a estudiar.
Cristian miro fijamente a su hija, esta sonrió intentado mantener la mente en blanco. Noto como el cuerpo de su padre se tensaba.
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-Un placer conocerle señor- dijo Aiden incorporándose- Eva me ha hablado muy bien de usted.
Las palabras que dijo Aiden parecieron relajar un poco a Cristian, que se relajo al instante.
-Me alegra de que por fin Eva tenga algún amigo aparte de Erik- dijo mostrándole una de sus medías sonrisas tan características que llevaba utilizando desde que ella tenía recuerdos- al que aun no he visto ¿Dónde está?
-Hoy tenía clases de pintura y no vuelve hasta las nueve- le respondió Victoria- tendrías que ver sus últimos dibujos son impresionantes.
-Estaré encantado de poder verlos- dijo Cristian.
Salieron del comedor mientras Eva estaba aun estaba en tensión. Pensaba que su padre atacaría a Aiden, el seguía bastante tranquilo mientras que recogía sus cosas, como si no hubiera pasado nada.
-El autobús llegara en diez minutos- le dijo Aiden- tengo que darme prisa o llegare tarde a casa y no creo que a mis padres les hiciera ninguna gracia.
-Te acompaño hasta la parada- le dijo ayudándole a guardar las cosas en la mochila.
Salieron de la casa, y se dirigieron a la parada del autobús. Eva aun tenía miedo de salir a la calle. Se mantenía muy alerta a cualquiera movimiento del bosque, aunque hacía ya una semana que no tenía noticias sobre ningún dragón, pero sí que había salido en las noticias la quema de madera en medía calle, Eva le gustaría saber cómo lo habrían hecho para que no parecieran huesos carbonizados.
La presencia de Aiden le tranquilizaba mucho mientras caminaba, además no le había contado nada sobre Idhun, si llegaba el momento no quería que se involucrara. Le había contado que había prendido fuego al dragón, no que hubiera utilizado el báculo.
Llegaron a la parada con cinco minutos de ventaja. Eva se acerco lentamente a Aiden, pero él se alejo como si tuviera la peste.
-¿Qué te ocurre?- le pregunto Eva dolida.
-No sé cómo tratar como una chica- dijo un poco avergonzado- es la primera vez que tengo algo más con alguien y además tu padre me da un poco de miedo.
-Pues estamos igualados- le dijo acariciándole el pelo- además solo tienes que ser tu mismo.
Eva le beso antes de que él pudiera decir nada. Sus labios se mantuvieron duros al principio, pero enseguida se moldearon a los suyos. Como el primero que se habían dado, una descarga le recorrió el cuerpo, cada neurona parecía estar atenta. Aiden le agarro de la cintura acercándola más a él, Eva apoyo las manos en su pecho. Las luces del autobús les interrumpieron en aquel momento.
-Nos vemos- le dijo Aiden besándola levemente en la mejilla.
Eva vio como se alejaba en el autobús mientras se rozaba e los labios, había sido tan breve como el aleteo de un pájaro o el pálpito de un corazón, pero para ella había significado más que eso. Volvió a su casa saltando de alegría, se sentía más feliz que nuca, tanto que ni si quiera se fijo en la sombra que le acechaba desde los arboles se alejaba de allí.
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