Dolor, era en lo único en que podía pensar en aquellos momentos. Sentía como cientos de agujas se le incrustaran en todo el cuerpo, y no podía hacer nada, había perdido toda su fuerza hacía ya un rato, aunque no lo sabía exactamente, podían haber pasado horas, minutos o segundos.
Cayo al suelo rendido, sentía como si le faltara aire en sus pulmones. Sus ojos no podían mantenerse por más tiempo abierto, se sentía muy cansado.
-Otra vez- respondió de nuevo aquella fría voz.
No pudo reprimir un gemido, mientras una de las mujeres le alzaba para volver a repetir el mismo proceso de nuevo. Le suplico con la mirada, pero la mujer con rasgos asiáticos se mantuvo impasible como el hielo, eran como los ojos de aquellas criaturas que había visto en el bosque, las serpientes aladas.
La mujer que tapaba sus rasgos le puso de nuevo dos de sus dedos en la frente. El muchacho no pudo reprimir un grito de dolor, esta vez, las agujas le atravesaban la piel e incluso llegaban a sus órganos y músculos. Grito aun más fuerte que las veces anteriores, intento apartarse casi sin fuerzas, pero las manos de aquella mujer le agarraban la piel como si fueran garras. Esta vez el dolor fue más duradero. Cayó al suelo como las veces anteriores.
Estaban en unas ruinas rodeadas por un bosque de extraña belleza, la vista comenzó a nublarse, todo se volvió negro antes de que pudiera pensar algo más.
-Otra vez.
La luz de la luna entraba por el ventanal de la casa de la frontera, el muchacho no podía dormir. Contemplaba a su hermana mientras dormía profundamente, algo extraño en Eva, ella siempre era muy activa, y siempre detectaba cuando alguien rondaba mientras ella dormía. Pero aquel no era el caso. Antes de curarla Victoria tenía varias costillas rotas y habían necesitado un hechizo muy poderoso para poder ponerla a punto, también tenía la rodilla rota. No les había dicho nada, se había mantenido callada,
Se sentó a los pies de sus camas mientras la contemplaba dormir tranquilamente. Le dio un beso en la frente y salió de allí. Al contrario de ella, no podía pegar ojo, tenía muchas cosas en la cabeza, todo que le habían dicho sus padres, lo que le habían ocultado durante años, era surrealista en todos los aspectos, pero explicaba un par de cosas, como sabía Eva que los dragón les iban atacar, aunque según le había contado, solo podía escuchar pensamientos sueltos.
Avanzo por los pasillos de la casa de la frontera, sin encender las luces, prefería hacerlo así. Habían ocurrido muchas cosas y su vida había cambiado en menos de un día. Salió hasta el balcón, donde Jack le había contado que antiguamente los dragones lo utilizaban para aterrizar allí, aquello le parecía lo más increíble de todo.
No se había podido despedir de Ashley, y eso le hacía un gran agujero en el pecho. Esperaba poder verla pronto, en cuanto rescataran al amigo de Eva, volverían inmediatamente a la tierra.
-Es hora de irnos- dijo Victoria mientras avanzaba hacía el.
-Mama ¿Cómo conseguiste sobrellevarlo cuando tú tuviste que viajar a Idhun?
-Tenía mucho miedo- le respondió a su hijo- más que ninguno de ellos, pero me apoye en tus `padres para seguir hacía delante, además al final jamás vivimos en Idhun, tuvimos que irnos.
-¿Pero y si intentan atacar a Eva?- dijo Erik preocupado- No sería lo mas normal.
-Tu conoces a tu hermana mejor que yo- le dijo Victoria confiada- cuando estas con ella tienes una sensación de tranquilidad, no creo que la ataquen, estoy segura. Anda vamos.
Salieron de la casa de la frontera hasta el jardín. Jack le dio el báculo, escondido tras una funda y Victoria se lo colgó al cuello. Cada uno de ellos portaba sus armas. Eva se mantenía al lado de Victoria, con mirada ausente. Aquello le partía el corazón a Erik.
Christian se adelanto, alzo la mano derecha, pronuncio unas palabras, y el portal se abrió. Una sensación extraña se abrió en el pecho de los dos hermanos, de añoranza, una sensación extraña. Victoria agarro a sus dos hijos de la mano y lo adelanto hacía el portal. Antes de pasar, Erik cerró los ojos.
Aiden intento escapar de aquellas manos, pero no podía hacerlo. Se sentía muy débil y cansado, todo el cuerpo le dolía mucho, la mujer con rasgos asiáticos, no le dejaba levantarse, como podía tener tanta fuerza se preguntaba una y otra vez el muchacho. La otra mujer, mantenía su cara escondida.
-¿No deberías haberla encontrado ya?-pregunto la mujer de rasgos asiáticos, que se hacía llamar Shizuko.
-No es tan fácil- le respondió Ankaa- esta muy profunda, recuerda que han pasado muchas generaciones antes que él, he despertado gran parte de su memoria genética, ahora mismo estoy segura de que es capaz de entendernos a la perfección.
-¿Descansamos?
-No hay que hacerlo todo seguido, estoy segura de que solo tendremos que hacerlo una vez más.
Shizuko volvió a levantar al muchacho del suelo, que ya ni si quiera se resistía a sus manos. Aiden mantuvo los ojos cerrados, cuando Ankaa volvió apoyar los dedos en su frente, esta vez el dolor fue más doloroso que las veces anteriores, ya no tenía fuerzas para seguir gritando. Abrió los ojos suplicando a la mujer que mantenía su rostro tapado, pero esta se mantuvo impasible.
Algo se abrió en su mente, fue como un chasquido, una puerta al abrirse. Una sanación extraña le recorrió el cuerpo, era muy agradable, el dolor no se le paso, pero era como algo secundario, ya no importaba tanto. Una sensación fría le recorrió el cuerpo, pero también un fuego ardiente. Aquellas dos sensaciones comenzaron a llenarle el cuerpo, se cruzaron.
El aire comenzó a faltarle de los pulmones intento respirar pero nada entraba. El oxigeno comenzó a faltarle en los pulmones, algo le impedía respirar. Comenzó a toser, no podía evitarlo sus manos se mancharon de algo liquido que estaba caliente, cuando se las miro, estaban llenas de sangre, de su propia sangre. No pudo reprimirlo y volvió a toser con mayor fuerza, expulsando sangre de su cuerpo.
-¿Que le ocurre?- pregunto Shizuko.
-Esta rechazando las esencias- dijo la Ankaa- se esta muriendo.
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