domingo, 14 de octubre de 2012

Torre de dios Piso 1: Guardian: Headon Prueba: Anguila blanca


Piso 1: Guardian: Headon Prueba: Anguila blanca


Las olas se balanceaban lentamente  al ritmo del viento. El cielo era coronado por la luna,  y su séquito de estrellas. El mar estaba muy tranquilo para ser la Grand line, pero aquel día era distinto.  Las palmeras formaban extrañas formas en la arena, haciendo que aquella noche fuera la más mágica de todas.  La muchacha atravesó la playa, hasta dirigirse a la bahía que ocupaba gran parte de la costa.
Corría con rapidez sabiendo que era lo que le esperaba al final de la bahía. Su corazón le latía ha cien por hora y no era por la carrera. Se lo imagino mojado por la espumosa agua del mar, aquello le hacía desear aun más llegar. Acelero el paso, casi tropezando con la arena, pero enseguida se estabilizo, aumentando el paso.
Se había puesto su mejor ropa, unos pantalones marrones claros muy cortos, y una blusa casi transparente blanca.  Aunque después de la carrera el pantalón estaba manchado de arena mojada y la blusa arrugada, lo que menos importaba en aquel momento, aunque se hubiera arreglado esperaba quitársela pronto para darse un chapuzón junto a él. Empezó a imaginarse la escena con todo lujo de detalles. Tropezó de nuevo y esta vez si que cayo al suelo. El bote que llevaba consigo de cebo se desparramo por todo el suelo.
Se levanto a duras penas, sintiendo su rodilla dolorida, se había hecho un rasguño por donde salía sangre lentamente, se mordió el labio algo dolorida. Con esfuerzo se levanto lentamente, devolvió todos los gusanos a su bote y continúo su camino, aunque esta vez cojeando y lentamente, la prisa se le había ido de golpe, porque sabía que él no se moverías hasta que ella apareciese.
Al principio fue solo una sombras e el horizonte, pero a poco a poco, su cuerpo se fue haciéndolo más visible. Su corazón comenzó a latir como las alas de un pájaro y sentía que una extraña sensación en el estomago. A cada paso se iba haciendo más clara su tez oscura, y su cabello plateado. El muchacho pareció darse cuenta de su presencia y le saludo con la mano. Haciendo que su corazón se desbocara como un caballo. 
Sus ojos eran  brillantes como la plata, sus rasgos eran delicados. La muchacha no pudo reprimirlo más y sintió como se sonrojaba. El muchacho únicamente sonrío pícara mente mientras la observaba con curiosidad.
-Hola Zoey- le dijo el muchacho.
-Hola Jem- le dijo algo avergonzada.
-¿Has traído lo que te pedí?- le pregunto el muchacho.
-Aquí lo tienes- le dijo entregándole  el bote con las cebo- aun esta vivo.
-Muchas gracias Zoey- le dijo Jem.
El muchacho preparo su caña para pescar enseguida y también preparando una para Zoey. Los dos se sentaron en la orilla del mar, mientras contemplaban el reflejo de la luna.
-¿Conoces la historia de la torre de dios?- dijo Jem rompiendo el silencio.
-¿Es otra de tus absurdas historias?- le pregunto Zoey.
A Jem le gustaban mucho las leyendas antiguas que relataban la historia de la humanidad. Se conocía cientos de ellas, y todas habían sido escuchadas por Zoey, gran parte de ellas era por que no quería molestarle. La muchacha contemplo  su amigo, que miraba el reflejo de la luna con ojos brillantes, como hacía siempre que  iba a contar una de sus leyendas. Al contrario de él, Zoey prefería vivir día a día sin importarle lo que pasara, pero no podía decirle  que no, cuando Jem tenía esa mirada.
-Se dice que la torre contiene  139 pisos, y que si los escalas todos, podrás pedir cualquier deseo que tengas.
-Es una leyenda bastante tonta ¿No crees?
-Yo creo que es real- dijo el muchacho mirándola fijamente a los ojos, con aire soñador- algún día quiero escalarla.
-¿Y que deseo piensas pedir exactamente?
-No lo se- respondió el- pero quiero ser parte de una leyenda.
Zoey no pudo reprimir una sonrisa ante aquel gesto. Ella tenía doce años y le dieciséis, pero eso no le importaba porque estaba enamorada de el desde que lo conoció en el orfanato hacía ya diez años, cuando los padres del muchacho murieron. 
Observo sus lisas manos que parecía brillar con la luna. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, brillaba con una tenue luz blanca. La muchacha no pudo reprimir una exclamación de sorpresa ante aquel hecho. Jem observo  sus manos algo asustado, pero enseguida sonrió.
-Zoey he sido seleccionado por la torre para subirla.
-No puedes marcharte- le grito la muchacha al borde de lagrimas- eres lo único que tengo.
El muchacho sonrío cansado, mientras su cuerpo desaparecía junto aquel brillo. Aquella  fue la última vez que Zoey vio a Jem.

Cuatro años después…
-¿Me llamaba madre?
La monja levanto sus viejos ojos que había recibido hacía medía hora, y aun no se había repuesto dé la impresión. Ante ella se encontraba Zoey, una muchacha de cabellos dorados como el sol, ojos azules como el cielo. Su cara era redonda, y normalmente siempre tenía pintada una sonrisa, pero aquel día estaba sería.
-He recibido noticias de Jem- dijo entregándole la carta que tenía en sus huesudos dedos- y no son buenas.
Zoey atrapo la carta con rapidez entre sus manos y comenzó a leerla. La monja sabía perfectamente lo que ponía ya que lo había leído varias veces para asegurarse lo que ponía antes de llamar a Zoey. Casi al instante de que comenzara a leerla, un sollozo escapo de su garganta. Sintió como las piernas le fallaban, y sus ojos se nublaban por las lágrimas.
-No puede haber muerto- fue lo único que dijo entre sollozo.
Un sentimiento de culpa le corrompió por dentro, sabiendo que podía haber detenido al muchacho y que no lo hizo, ahora estaba muerto por su culpa.  La tristeza dio paso a la venganza, quería entrar a esa maldita torre como fuera  para vengar a su amigo. Cerro los ojos fuertemente, lo deseaba con todo su ser. Quería entrar a la torre de dios.
En un instante el ambiente cambio, de sentir calor aire de la costa, a uno frío y helador. Cuando abrió los ojos, no se encontraba en el despacho de la monja. Estaba en una oscura cueva, de techos plagados de estalagmitas. La muchacha lo observo todo maravillada.
-Bienvenida a la torre de dios- dijo una voz a sus espaldas-irregular.
Zoey se giro rápidamente, ante ella, apareció un extraño personaje, tenía la cabeza alargada y blanca, acabada en dos orejas, y sin ojos. Vestía con un atuendo violeta, que le dejaba al descubierto los brazos y piernas también blancos. En sus manos portaba una barra de dorada.
-¿Cómo me ha llamado?- dijo Zoey  algo sorprendida, siendo las únicas palabras que pudo articular.
-Irregular- dijo la criatura- son aquellos que fuerzan la entrada a la torre, como has hecho tú ahora mismo. Mi nombre es Headon y soy el guardián de la primera planta. Soy aquel que recibe a todo aquel que osa internarse en la torre. Si quieres continuar subiendo, deberás pasar una prueba.
-¿Qué clase de prueba?- pregunto Zoey.
La espalda de Headon se iluminó, una larga criatura, de color blanco marfil y monstruoso tamaño apareció tras unas verjas, hecho de piedra maciza.
-Deberás explotar aquella bola negra- dijo señalando a la esfera que se encontraba a espaldas de la monstruosa criatura- sorteando a la anguila blanca, que en estos momentos se encuentra en época de cría y es más peligrosa que nunca.
Zoey trago saliva, penso en dar la vuelta y volver al orfanato, pero entonces recordó los plateados ojos de Jem sin vida. Una ira le recorrió el cuerpo, la adrenalina llego a cada parte de su ser.
-Lo hare.
Hecho a correr antes de que Headon pudiera decirle nada. Adentrándose en los dominios de la anguila blanca. Aquella criatura era más rápida de lo que parecía, sus movimientos eran rápidos. Aunque no lo parecieran. Estuvo a punto de golpear en varias ocasiones a Zoey si esta no lo hubiera esquivado por los pelos
Zoey se dio cuenta de que su defensa era infranqueable, a cada movimiento que hiciese, la anguila blanca le esperaba con tranquilidad. La muchacha se alejó un poco de la criatura intentando pensar un plan, pero fue demasiado tarde.
La criatura la atrapo entre sus dientes, Zoey notaba la parte superior de su cuerpo humedad y mojada no podía ver nada. Palpo con rapidez la boca de la criatura, intentando pensar un plan pero imposible en aquellas circunstancias, solo tenía una esperanza, utilizar su haki para asustar a la criatura y poder hacer explotar la esfera negra. Aunque lo había utilizado solo con ayuda de Jem, hacía años que no lo intentaba, pero era su única oportunidad.
Apoyo  su mano derecha en la lengua de la anguila y concentro su energía. Sin saber porque, la cabeza del animal había explotado,  sobre el cuerpo muerto de la criatura cayó. Se quedo paralizada ¿Qué había ocurrido?  Su haki jamás había logrado actuar de aquella forma, normalmente solo podía leer la mente, pero ahora era capa de hacer explotar las cosas.
Reacciono rápidamente en cuanto vio la esfera negra completamente desprotegida. Salto de entre los restos de la anguila y se dirigió  con rapidez hacía ella. Como había pasado con la anguila, exploto en mil pedazos. Una exclamación de triunfo surgió de entre sus labios. Sin previo aviso, la esfera se volvió liquida y se pego a su cuerpo. Suplicante   miro a Headon que la miraba impasible desde el otro lado.
-Has pasado la prueba irregular, ya puedes escalar la torre.
Zoey intento no resistirse a la esfera, cerro los ojos, cuando noto que la esfera empezaba a pegarse en su cara, que fue absorbiendo todo su cuerpo hasta que no quedo nada. Headon observo durante largo rato donde había desaparecido la muchacha unos minutos.  Alzo su cabeza ha las estalagmita.
-Me recuerda a ti Baam…-murmuro

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