El dragón y el sheks surcaban el cielo de Idhun a gran velocidad, debían llegar a su objetivo antes de que amaneciera por completo. Erik mantenía la vista fija en el cielo, sin ser capaz de mirar hacía el suelo, tenía miedo a las alturas. Yandrak, el gran dragón dorado reía ante la debilidad de su hijo, que no parecía estar nada contento a tanta altura.
Victoria le daba la mano para darle ánimos, mientras le sonreía. Se dio la vuelta y contemplo la torre de hechicería mágica perdiéndose en le horizonte, sintiendo un extraño vacío en el estomago al dejar a su hermana. Pensaba que esta vez Eva se volvería contra su padre para que la dejara ir a buscar al muchacho, pero por lo que parecía, le tenía más miedo de lo que aparentaba, aunque tenía razones.
El muchacho se volvió a la serpiente alada que era Cristian. Sus movimientos eran perfectos, en cada uno no parecía derrochar ni un ápice de energía. Era la criatura más elegante que había en Idhun. Bajo su mirada a las manos, ahora sabía a lo que se refería su hermana, las serpientes eran temibles.
Los soles de Idhun comenzaron a ascender en el cielo, haciendo que el grupo se pusiera más nervioso. Tendrían, que descender pronto, o podrían ser descubiertos por los nueves dragones o con los caballeros de nurgon, los dos eran igual de peligrosos por igual. Los nueves dragones habían posicionado varios bases en cada reino de Nandelt, incluso en el mismo bosque de Awa habían creado una base, aunque bastante pequeña comparada con otras. Otras bases estaban en los montes de fuego, en las ruinas de la torre de Derbhad y varios lugares más. Exceptuando Celestia, ya que los celestes se habían vuelto en contra de la guerra
Por otro lado, los caballeros de Nurgon, habían recuperado gran parte de su gloría antigua, multiplicándose, siendo muchos mas miembros de los que fueron. Las dos organizaciones se preparaban para la vuelta de los sheks y del séptimo dios, tras su desaparición hacía ya casi dieciocho años, aunque hasta aquel momento, no había habido realmente un sheks en Idhun.
-¿Hacia a donde vamos?-le pregunto Erik.
-Nos dirigimos hacía Celestia- le respondió su madre- allí tenemos algunos amigos que hace tiempo que no vemos, cuando lleguemos les pediremos ayuda e información sobre el paradero de Aiden, aunque no creo que lo encontremos con gran facilidad- suspiro Victoria.
-¿Porque crees que se lo han llevado?- le pregunto el muchacho.
-No lo se- le respondió Victoria preocupada- pero los sheks no hacen las cosas sin tener una razón clara, tienen que haberse de arriesgado por algo importante, pero lo único que se me ocurre es que…
-El retorno del séptimo- respondió Yandrak por Victoria.
El grupo se sumió en un silencio. El séptimo dios era un enemigo peligroso que había intentado matar a la triada en varias ocasiones, todos ellos les guardaban un rencor especial. Cristian odiaba a una de las rencarnaciones dios más que ninguna, según le habían contado a Erik, le tenía un rencor especial, pero no le habían contado más.
Ninguno de los padres le había contado la profecía a sus hijos, Victoria se lo había prohibido, pero todos ellos sospechaban que Aiden tenia algo que ver, pero ninguno sabía donde encajaba exactamente. Cuando Cristian lo había visto por primera vez, había sentido algo que no le había gustado, por primera vez en muchos años, pero no había compartido aquel presentimiento con nadie, ni si quiera con Victoria, había preferido guardárselo para el.
Un extraño presentimiento le recorrió por dentro a Erik. Solo la había tenido cuando Cristian estaba cerca, pero no a aquella escala, era un temor aun mayor. Se encogió sobre si mismo, sabiendo lo que se acercaba. Yandrak rugió con alegría, mientras que Kirtash siseo con furia, Victoria saco de su funda el báculo, preparada para el ataque.
A poco a poco, fueron distinguiendo las alargadas formas de los sheks acercándose lentamente. Antes de el choque de los sheks, Yandrak descendió y dejo a Victoria y a Erik en el suelo. Rápidamente el dragón dorado ascendió con rapidez para unirse al shek, rugió con alegría al recordar los viejos tiempos en los que lo único que importaba era el sentimiento de venganza.
El choque fue brutal, aunque solo fueran dos, cada uno de ellos no reunía la experiencia de batalla de la triada. Además de que Victoria les ofrecía apoyo desde tierra con el báculo, que palpitaba como una súper nova a cada ataque. Erik se quedo impresionado ante la habilidad de su madre con aquella arma, no se comparaba ni un ápice a la habilidad de Eva con el. Sus ojos marrones parecían más iluminados que nunca.
Respiro hondo y contemplo como se desarrollaba la batalla, sabiendo que podrían morir en cualquier momento.
Rozo lentamente la superficie del agua, que se removió ante su tacto. Las yemas de sus dedos se humedecieron, mientras respiraba hondo. Concentro su poder mágico en los dedos, y lentamente, lo desemboco en el agua. Lentamente una fría capa de hielo se formo en la copa. Concentro su magia haciendo un último esfuerzo. El hielo se extendió por toda la superficie hasta que no quedaron restos de que hubiera agua en su fondo.
Se dejo caer en la silla algo cansada, sentía sus extremidades agarrotadas, después de haber estado varias horas intentándolo, por fin lo había conseguido. Contemplo la copa de cristal, que dejaba ver la congelación del hielo más cercano a la superficie. Después de varios intentos había conseguido lo que le habían pedido.
Toco la superficie helada, aquel tacto no le era tan frio. Quito la mano como si le hubiera dado un calambre, pero sabía que no había ocurrido nada. El frio ya no le resultaba tan malo como al resto de los humanos, incluso le gustaba, pero en el fondo se decía que aquello estaba mal. Ahora se arrepentía de no haber cogido más el báculo, tenía miedo de que su parte de shek, se hubiera desarrollado más que la de había querido. No quería volverse tan fría como lo era su padre o los demás sheks, quería ser Eva. Aquella chica que no daba palo al agua, que no se le daba nada bien, que necesitaba la ayuda de su madre y de Erik para poder sacar notas medio decentes. La chica tímida que prefería estar sola en su mundo antes de tener amigos.
Continuo mirando la copa de cristal, mientras observaba como el hielo se mantenía en su estado sin descongelarse.
-¿Ya lo has conseguido?-le pregunto una voz a su oído.
Eva dio un respingo, y casi se cae de la silla. La risa de Uk-Sun se extendió por la sala. Mientras que Eva intentaba recomponerse del susto, acomodándose mejor en la silla e intentando aparentar normalidad, pero aquella joven era más sigilosa de lo que aparentaba. Uk-Sun era una joven de unos veinte años de edad, era bastante alta y robusta, sus ojos eran azules como el cristal, su cabellera era rubia, y le llegaba por la mitad de la espalda. Su piel tenía vetas pardas.
Kimara la había dejado a su cargo hasta que ella regresara, tenía que ir a la torre de Awinor a ver que tal iba su reconstrucción. Uno de sus proyectos era reconstruir la torre para que volviera a ser un lugar de enseñanza mágica, lejos de las garras de los soberanos de Nandelt. Los nueves dragones habían intentado apropiarse del lugar, para utilizarlo como base, pero Kimara estaba peleando con garras y dientes para que no cayera en sus manos. Como le había ocurrido a la torre de Derbhad
Uk-Sun ya era una hechicera consolidada, había recibido su don cuando ella apenas era un bebe. La gente de su clan jamás le había dicho donde y cuando lo recibió, era un tema tabú. La joven había decidido a temprana edad estudiar magia, ya que gran parte de los nueve clanes estaba ciego, desde pequeña había decidido buscar una cura para ayudarles. Uk-Sun, con solo diez años, sin decir nada a nadie, había tomado camino rumbo a la torre kazlunn y no había vuelto hasta diez años después, convertida en una hechicera.
Kimara le había dado órdenes a Uk-Sun de iniciarla hasta que ella volviera. La joven la había despertado en cuanto los soles estuvieron altos en el cielo. Al principio había preferido quedarse en la cama, pero Uk-Sun era bastante persistente cuando se lo proponía, la había tirado literalmente de la cama, mientras reía. Le había dado una túnica de maga, y había salido riendo de la habitación. La llevo a la biblioteca y allí comenzó con las prácticas, para saber que nivel tenía.
Uk-Sun cogió la copa de cristal, y le dio la vuelta. Eva temió que el agua que se derramara por la mesa, pero el hielo que ella misma había formado mantenía el agua en la copa de cristal. La joven silbo, mientras contemplaba la creación de Eva.
-Eres impresionante- dijo Uk-Sun mirando la copa embelesada- jamás había visto a un aprendiz avanzar tan rápido, ni si quiera yo lo hice, yo tarde una semana en conseguirlo y ya es algo.
-¿Cuánto suele tardar normalmente?- pregunto la muchacha.
-Aproximadamente un mes- dijo la joven- poses mayor potencial que un archimago. Lune tu solita podrías igualar a toda la orden mágica.
-¿Entonces que aremos?- le pregunto Eva.
-Por ahora mantenerlo en secreto- dijo Uk-Sun manteniendo la vista fija en la mesa- si Qayder te descubriera, no podrías volver a ser libre. Kimara me dijo que podrías tener potencial, pero no me imagine que a tal escala. Sera mejor que sigas practicando, intenta hacer como si no fueras capaz de controlarte, congélalo demasiado o hazlo poco. Esta noche continuaremos practicando, pero cuando nadie mire.
Uk-Sun rozo la superficie de la copa y esta se volvió agua liquida de nuevo. Eva cogió de nuevo la copa y respiro hondo. La joven hechicera sonrió y se alejó del lugar de trabajo de la muchacha.
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Había intentando plantarles cara, pensado que entre los tres podrían con cinco sheks, pero no se habían esperado su llegada. Al principio ninguno de ellos se percato de su llegada, estaban demasiado concentrados en la batalla. Yandrak estaba demasiado cegado por la ira, después de tantos años, aquel sentimiento no había variado ni un ápice. Cristian estaba demasiado concentrado en los movimientos de los demás sheks para notar su llegada. Conseguían plantarles cara con facilidad, entre las garras de Yandrak cayo un shek, quemado por el fuego del último dragón.
La primera en percatarse de su presencia fue Victoria, en el horizonte proveniente del bosque de Alis Linthbad, por el rabillo del ojo consiguió distinguir una pequeña luz, como la de una estrella, acercándose rápidamente. Sus ataques cesaron mientras contemplaba extrañada la luz.
-¿Es un pájaro?- pregunto Erik, que a la vez que su madre parecía haberse percatado de aquella luz.
-Creo que si- dijo su madre- pero ¿Qué tipo de pájaro? No parece ser una criatura de Idhun.
-Mama los sheks se retiran- dijo señalando un punto en el cielo.
Tal y como había dicho Erik, los sheks retrocedían lentamente en la batalla, Yandrak no parecía querer dejarlos marchar, pero Cristian lo contuvo, sabiendo que no debían arriesgarse o podrían morir. Los sheks mantuvieron controlados su odio mientras que parecía que esperaran la llegada de la luz.
Tal y como había dicho Erik, era un pájaro, pero nada parecido a lo que hubieran visto ellos nunca, ni si quiera la triada. Era una criatura de tonos dorados, rojizos y anaranjados, tenía el tamaño de un águila, pero no era nada parecido. Tenía una larga cola, que brillaba con tonos metálicos ante la luz de los soles.
Los sheks sisearon con odio ante su llegada, pero no hicieron ningún amago de atacarle, parecían estar comunicándose entre ellos, pero no estaban invitados a la conversación. El pájaro dorado canto, era una dulce melodía, algo único en el mundo. Pero para los sheks fue una señal, se lanzaron sin previo aviso contra Yandrak y Cristian. Aquel ataque les llego por sorpresa, pero apenas tuvieron tiempo de reaccionar ante la reciente ferocidad adquirida. El pájaro dorado descendió rápidamente, hacía donde estaban Victoria y Erik.
La mujer planto su báculo delante de aquella extraña criatura, con una mirada desafiante en sus ojos, que haría temblar hasta el más poderoso de los caballeros de nurgon. El pájaro volvió a cantar dulcemente, y de golpe se prendió. El cuerpo de la criatura se recubrió de una capa de llamas doradas. Victoria recubrió la zona con una barrera mágica, creada con el báculo. Pero la criatura la atravesó lentamente.
El pájaro le arranco con sus garras el báculo. Se alzó con el arma de Victoria entre las garras, y la lanzo volando lejos de allí. La mujer exclamo sorprendida, mientras observaba como el báculo se perdía. La criatura se alzó en el aire y voló, cayo en picado de nuevo teniendo como objetivo Victoria.
Esta se preparo en formación para recibir su ataque. El pájaro se incendio de nuevo, esta vez con llamas doradas y rojizas.
-¡Agáchate!- le grito a su hijo.
Victoria se hecho al suelo, agarro a su hijo de la mano y le obligo a tirarse a tierra. El pájaro les sobrevoló por encima, y con sus garras, se llevo volando a Erik.
-¡Erik!- grito su madre asustada.
El pájaro dorado se alzó por el cielo. Yandrak destrozo al shek entre sus dientes y rugió con toda su rabia. El temor a perder a su hijo nublo al de el odio y salió en búsqueda de Erik. El muchacho intento librarse de las garras del pájaro. Pero su plumaje le quemo la mano.
Cristian termino de asesinar al último shek, que murió entre sus anillos. Siseo con furia y se lanzo contra el pájaro dorado, que volvía por donde había venido. La criatura dorada se volvió contra sus atacantes. Sin previo aviso, la criatura se incendio y exploto en el aire, las llamas se consumieron en el aire, desapareciendo el pájaro dorado y Erik.
-¡ERIK!- volvió a gritar su madre asustada.
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-¿Qué era eso?- le pregunto el dragón dorado.
El sheks le dirigió sus ojos irisados a Yandrak, mirándole directamente a los ojos.
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